Esta semana hemos estado en el cine viendo la película “El Reino” de Rodrigo Sorogoyen. Richerdios.
El Reino
Año. 2018
Duración. 122 min.
País. España
Dirección. Rodrigo Sorogoyen
Guion. Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen
Música. Olivier Arson
Fotografía. Álex de Pablo
Reparto. Antonio de la Torre, Josep Maria Pou, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Mónica López, Bárbara Lennie, Luis Zahera, Francisco Reyes II, María de Nati, Paco Revilla, Sonia Almarcha, David Lorente, Andrés Lima, Óscar de la Fuente, Laia Manzanares
Productora. Coproducción España-Francia; Tornasol Films / Trianera PC AIE / Atresmedia Cine / Le Pacte / Mondex, Cie / Bowfinger International Pictures
Género. Thriller. Intriga | Política
Sinopsis. Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale indemne. Manuel es expulsado, señalado por la opinión pública y traicionado por los que hasta hace unas horas eran sus amigos. Aunque el partido pretende que cargue con toda la responsabilidad, Manuel no se resigna a caer solo. Con el único apoyo de su mujer y de su hija, y atrapado en una espiral de supervivencia, Manuel se verá obligado a luchar contra una maquinaria de corrupción que lleva años engrasada, y contra un sistema de partidos en el que los reyes caen, pero los reinos continúan.
Premios. 2018: Festival de San Sebastián: Sección Oficial. 2018. Festival Internacional de Toronto TIFF: Sección World Contemporary Cinema
Sorogoyen sigue sin fallar. Un joven y talentoso cineasta que había dirigido ya la tan interesante como a contracorriente en el cine español ‘Stockholm’, una pequeña película muy especial y con dos personajes realmente atractivos; o el magnífico thriller que nos regaló hace dos años, ‘Que Dios nos perdone’; y hasta la que codirigió al principio de su carrera, ‘8 citas’, en un tono completamente diferente pero que también era muy efectiva y más inteligente de lo habitual en su (sub)género, el de películas de historias cruzadas con tramas sentimentales. Por todo ello, la que ahora nos presenta, que había generado tanta expectación desde que se supo que iba a meterse en los tejemanejes de la clase política nacional y sus entramados de corrupción sistemática, esta ‘El reino’ -de título tan significativo- ha gustado, aunque sin superar las más altas expectativas. Y esto es debido principalmente a la falta de sutileza con la que Sorogoyen y su coguionista habitual, Isabel Peña, abordan tan espinoso y candente asunto.
Y es obvio que esto es deliberado, que ha sido su apuesta entrar a degüello y con contundencia, pero a pesar de ser un planteamiento respetable (que a muchos convencerá plenamente), hubiera gustado ver mayor sutileza y matices en este análisis, ya que en absoluto es incompatible esta sutileza, que se echa de menos, con la crítica y actitud condenatoria de la sinvergonzonería que está reflejando. Hay momentos muy potentes… pero igualmente excesivos (yate, balcón-Zahera, etc). Es magnífica la secuencia de la irrupción en la casa andorrana, pese a que igualmente incurre en esa comentada ausencia de sutileza; pero la tensión que consigue en esta secuencia Sorogoyen es digna de admiración, además de estar magistralmente filmada. Al igual que la que le sucede, la que comienza en la gasolinera y acaba en la carretera… Y De la Torre… en su salsa, en un papel que se ajusta a la perfección a su más que solvente estilo interpretativo. Y bien arropado por un reparto desigual pero que cumple muy bien la labor de acompañamiento.
Rodrigo Sorogoyen llegó al cine para quedarse, como demostró en sus primeras obras, a base de talento tanto narrativo como en su puesta en escena, y capacidad para generar atmósfera, ritmo y tensión. Es ya con derecho propio uno de los altos cargos en el reino del cine español. La película comienza de manera armoniosa, con escenas frívolas que desentierran la calidad de vida de los personajes y sus respectivas motivaciones, para después continuar con un ritmo frenético y colmado de ansiedad. Manuel es la figura protagonista, el hombre que vende su ética para comprar su destino. Y ese es el primer secreto que conocemos al embarcarnos en una caza oscura y dramática donde la atención no decae en ningún minuto, y donde aprendemos que las injusticias siempre se descubren, ya salgan éstas o no a la luz pública. En El Reino, todos se mueven por algún motivo. Como seres humanos, cada uno busca algo, y, de un modo u otro, sobrevive por (¿o para?) ello. Es en esa parte donde el nivel actoral pone su máximo esplendor en pantalla y los actores reciben un sobresaliente. Sí, Antonio de la Torre merece una mención especial; su trabajo es espectacular. Encarna a un tipo impulsivo, irascible, feroz, mezquino y lleno de soberbia hasta los huesos. Alguien sin escrúpulos, orgulloso y agresivo, que, pese a sus actos contra la ley, es capaz de transmitirnos la vena sensible con la que cubre (y que Manuel también se autoimpone como razón última) su comportamiento: el amor hacia su familia, la posibilidad de estrechar entre sus brazos a su mujer y a su hija, al precio que sea. Y todo esto el actor lo logra con naturalidad. Sin embargo, el resto del elenco también está a la misma altura. Ana Wagener, Nacho Fresneda, José María Pou, Luis Zahera, Mónica López… independientemente de cuántos minutos hayan pasado en pantalla, todos han sabido aportar un gramo especial de humanidad a sus papeles, tanto con carga cómica, como visceral o emocional. A resaltar Bárbara Lennie, que en esta cinta (al igual que en las demás) saca lo mejor que lleva dentro y nos ofrece un análisis sublime, una caracterización correcta, grisácea y tremenda que encaja a la perfección con el tono de la supervivencia y los intereses personales, llevando la carga dramática más allá de su personaje con elegancia, rabia y fuerza. ¿Y qué hay de los aspectos técnicos? El Reino apuesta por un guion (escrito a mano por Isabel Peña) cuidado, preciso, con diálogos sustanciosos y acertados, y aunque la historia se sitúa hace casi diez años, la veracidad contemporánea se traspasa hasta nuestros días con total claridad. La música tiene una carga hipnótica, un aura fría y ávida de agitación que atrapa al espectador y le impide pensar, obligándole a centrarse en el presente, a sobrevivir ante los hechos impremeditados. Y todo ello, junto a los planos de cámara, a veces rápidos y obtusos a modo de reportaje televisivo, a veces pulcros y detallistas para captar la esencia del actor, se acopla al cien por cien a la trama.
Pero, quizá lo mejor del largometraje sea su propuesta. Un film que reivindica justicia sin mencionar apellidos ni siglas políticas, un material que habla del poder y de la codicia sin señalar ideales, una creación que dibuja la realidad con el pincel de la dureza y la sutileza a partes iguales. Mil elementos que pretenden que nos cuestionemos los claro-oscuros del mundo actual y las múltiples caras de la verdad, los bordes de la supremacía y el ansia de dominio de aquellos que nos rodean. En palabras del propio Antonio, “mantener la capacidad de indignación es algo obligado como ser vivo. Posicionarse es un compromiso con la vida”. Y qué cierto es. Porque los jugadores de la cúspide caen, sí. Pero a veces, el reino de naipes se mantiene en pie, en la sombra, alimentado por la deshonra humana.