Esta semana hemos acudido a la biblioteca para leer la novela de José María de Pereda “Sotileza” Richerdios
Silda Mules es una niña huérfana, cuyo padre, pescador, murió en un naufragio. Silda vive en los barrios de pescadores de Santander, donde se desarrolla la acción de esta novela. Es callealtera, es decir de la Calle Alta, del Cabildo de Arriba, pues hay otro Cabildo de pescadores de Abajo. Estaba recogida en casa de una familia, que la trataba como a una esclava. Ella se escapa. La encuentra Andrés Colindres, hijo del capitán de la Montañesa, Pedro Colindres, conocido por Bitadura. Andrés es un muchacho que se mezcla con los chicos de la más baja estofa, como Muergo, especie de monstruo de fealdad, y que es luego el protegido de Silda y otros jóvenes. Sin embargo, su madre, Andrea, quiere para él una educación al lado del armador de su padre don Venancio Liencres y lo pone a trabajar, como comerciante, junto con el hijo de éste Tolín y de su hermana Luisa. Andrés consigue, por mediación del padre Apolinar, una especie de hada protectora de las clases menos pudientes que da su camisa al primero que llega, que recojan a Silda en casa del tío Mechelin y la tía Sidora, buenas gentes de la mar que, además, la desean, y no por el dinero que paga mal, o no paga, el Cabildo por mantener a la muchacha. Aquí es querida y bien tratada y ella paga en la misma moneda. Pasan años, y, ya superada la adolescencia, encontramos de nuevo a los protagonistas. Silda es una muchacha lozana y saludable y además buena y sensata, y la conocen por el nombre de Sotileza, que es la parte del aparejo de pescar más fina, en alusión a sus cualidades. La pretenden Cleto, que es hijo de los Mocejón, la mala familia que la tenía antes acogida, y que es diferente a su familia, honrado y noble; el propio Muergo, al que Sotileza ampara, pero al final no le dejará pasarse con ella. Muergo muere en un naufragio. También la desea el propio Andrés, y, cuando se insinúa, a pesar de los favores que le ha hecho a ella y a la familia que la acoge, Sotileza le parará los pies, aunque se nota que está enamorada de él. Un día que Andrés la visita con ánimo de deshacer un entuerto, las hijas de Mocejón los encierran para provocar el escándalo, y, como consecuencia del mismo, el asunto se saldará con la promesa de matrimonio de Cleto, que es reclutado para el ejército, con Sotileza, quedando Andrés, al que le tira la mar más que el comercio, como prometido de Luisa. Un final muy conservador y propio de las costumbres de la época, en que las clases estaban muy definidas y no había mezclas entre ellas. Una novela clásica, de gran altura por todos los conceptos, y que, a sus valores novelísticos, une la recreación de la vida en aquella época del Santander marinero y de sus costumbres, de sus calles y lugares, que Pereda describe con maestría y acierto. Además, usa un lenguaje colorista y propio de aquellas gentes, que se entiende bien aunque haya muchos términos marineros, para los que el autor puso al final una especie de diccionario aclaratorio de los mismos. El habla de las gentes del mar y del pueblo más llano están aquí empleados con gran acierto. Los personajes quedan muy bien definidos. Así vemos la figura de Sotileza, una muchacha extraña pero llena de cualidades, que no le vienen de herencia sino de su carácter solitario y recto. Andrés es un buen muchacho, al que le gusta el mar más que la tierra y eso le viene de su padre, y, al que su madre, y también su padre, llevan por el camino recto y al que pierde el deseo por Sotileza. No se sabe bien si de verdad está enamorado de ella o es más bien deseo, pues al final no pelea por quedarse con ella y se deja llevar. Muergo es un tipo de monstruosa fealdad, sucio y desaliñado, que cuando es mejorado un poco por Sotileza quiere quedarse junto a ella y equivoca el interés de la muchacha. Cleto es un chico honrado, hijo de una familia malvada, que al final logra, si no el amor, al menos el casamiento con Sotileza. Eso si, al llevárselo el ejército, no debe pagar con la muerte el tributo que los pescadores deben a la patria, por aquella especie de monopolio de la pesca, que tantas vidas les cuesta. La familia Mechelin es una familia honrada y trabajadora, que quiere a Silda y la protege al no haber tenido hijos. Los padres de Andrés también son honrados y quieren lo mejor para su hijo. La familia de don Venancio es de las pudientes y pagadas de sí mismas, aunque no malos, y la propia Luisa, que quiere a Andrés, pelea por él y lo consigue. Es una gran novela y un clásico de la época y de los tipos marineros de Cantabria, que tan bien describe Pereda, como luego hará con los de la montaña en «Peñas Arriba». Sólo se le podría tachar de demasiado convencional en la solución del caso, aunque muy en la línea de la época, y además en el uso de su libertad como novelista para darle a su obra el final que crea más oportuno.