Esta semana hemos estado en la biblioteca para leer el primer episodio nacional de Benito Pérez Galdós “Trafalgar”. En próximas entregas iremos ofreciendo los argumentos y criticas del resto de los episodios. Richerdios.
Gabriel Araceli, que es el protagonista de la primera serie de los Episodios Nacionales, los diez primeros, cuenta todo lo sucedido en la España de la época que le tocó vivir como espectador. Nació en el barrio de la Viña, en Cádiz, y pronto quedó huérfano de padre, y luego de madre, permaneciendo en poder de su tío, hermano de la madre y de mala condición, que lo maltrataba. Él se crió, como Dios le dio a entender, con la chiquillería pilla y golfa de la zona y siempre de cara al mar. Escapado de su tío, fue a Medina Sidonia, donde una familia lo tomó a su cargo como criado joven. Eran buenas personas don Alonso Gutiérrez de Cisniega, capitán de navío, retirado por la edad, su mujer Doña Francisca y su pequeña y linda hija Rosita, que jugaba con Gabriel en Vejer de la Frontera, que era donde residían todo el tiempo. Allí conoció Gabriel, a Marcial, especie de medio hombre porque las batallas navales le habían arrancado una pierna, un ojo y otras partes de su cuerpo. Era un artillero ya envejecido y ardoroso como un joven. Gabriel fue feliz jugando con Rosita, aunque se plegaba a sus caprichos, y, cuando aquella creció y se hizo mujer, ya no le hizo caso, y eso le dolió a Gabriel. Se enamoró de un militar, don Rafael Malespina y se había concertado la boda con éste. En esas fechas se preparaba un enfrentamiento de la flota conjunta franco española, por nuestra alianza con Napoleón firmada por Godoy, contra la inglesa. La escuadra estaba en Cádiz y los españoles, sabedores de su inferioridad, querían que se celebrara la batalla dentro de la bahía, pero la poca destreza y escasa sabiduría marina del jefe de toda la flota, el almirante francés Villeneuve, hizo salir a la escuadra, y el enfrentamiento tuvo lugar en alta mar, cerca del cabo de Trafalgar. Don Alonso, a pesar de la oposición de doña Francisca, escapó con Marcial y Gabriel y se enrolaron, y también lo hicieron Malespina y su padre, el mayor mentiroso que vieron los siglos. Antes de embarcar don Alonso paró en Cádiz en casa de su hermana Flora, amiga como él de todo lo relacionado con el mar. Ya a bordo, estuvieron en el Santísima Trinidad, que era entonces el mayor que surcaba los mares. Como dijimos, la batalla empezó mal, pues el almirante francés hizo una maniobra extraña al comienzo y eso desconcertó a todos los barcos conjuntos. El almirante Nelson, que mandaba a los ingleses, pudo romper con facilidad la larga línea franco española. La batalla fue sangrienta y en ella perecieron además de Nelson, los españolas Churruca y Alcalá Galiano, y, más tarde, a consecuencia de las heridas, también Gravina. La nave Santísima Trinidad fue destrozada y la remolcaron los ingleses, pero, como se hundió, a todos los hubieron de pasar al Santa Ana, que no estaba mucho mejor. Éste fue represado por los españoles, pero no logró entrar en Cádiz por el temporal y se destrozó. Muchos se metieron en el Rayo y éste también se destrozó, y en él murió Marcial, pero al final se salvó Gabriel. Don Alonso había llegado ya en la Santa Ana, y se creyó que Rafael Malespina había muerto, pero lo había salvado su padre. Gabriel vagó un tiempo y luego se presentó a sus amos y trajo la mala nueva de la muerte de Rafael, pronto desmentida. Rafael y Rosita se casaron y a Gabriel le propusieron irse de paje con ellos, pero él no resistió el ver casada a la prenda de sus amores infantiles y se decidió a marchar a la Corte.
En este primer episodio nacional, escrito en enero y febrero de 1873, entra ya Galdós con una fuerza inusitada en el género y demuestra, desde las primeras líneas, que lo va a dominar de principio a fin. Mezcla lo novelesco con lo histórico, bien documentado y con una perfección extraordinaria. Así nos lleva a presenciar el suceso de la batalla, perdida para la escuadra conjunta por la ineptitud de Villeneuve; y el sacrificio de grandes marinos españoles como algo que estaba ya casi predestinado y visto por estos, que nada podían hacer para remediarlo y que acataban su deber estoicamente. Se deja ver claramente lo mal que sentaba en el espíritu español el hecho de la alianza de Godoy con Napoleón, y ya se veía a donde nos iba a llevar ese acuerdo. Galdós narra con pericia la infancia y primera juventud de Gabriel, que se enrola con catorce años en una batalla naval; y no menos arriesgados son don Alonso y Marcial a su edad. Las figuras están muy bien dibujadas y son todas entrañables. Gabriel nos cae bien desde el principio por su desvalimiento y su bonhomía. Es el protagonista y seguirá siéndolo por nueve episodios más. Luego está don Alonso, prototipo del marino heroico y quijotesco, y Marcial, el lobo de mar que nada teme y va perdiendo su cuerpo a trozos, pero necesita el mar y las batallas para sentirse bien. Rosita es el prototipo de la joven alocadilla y adolescente, egoísta y sólo preocupada de ella misma. Doña Paca es la del genio endiablado y que no deja vivir a su marido, diciéndole a cada momento lo que ha de hacer, pero él logra escaparse. Doña Flora es otra aficionada al mar y también un tanto enamorada de la juventud de Gabriel, aunque no se relata nada torpe en su comportamiento. Malespina padre es un mentiroso descomunal que, en medio de sus exageraciones, pronostica el futuro de la navegación y acierta. De los personajes históricos, el mejor retratado es Churruca, al que Galdós ensalza de gran manera, y la Historia, al parecer, ha demostrado que era un hombre superior. Galdós relata la batalla desde varios lugares y se las arregla para darnos una visión general y particular, sin cansar con demasiados detalles, pero manejando con precisión los términos marineros, para lo que sin duda el autor, aunque insular apegado a su Madrid, hubo de documentarse de manera efectiva y detallada. Es una de las mejores novelas de la serie y de todos los Episodios, y, como dijimos, en ella Galdós maneja ya el género como un maestro consumado.