Esta semana hemos estado en la filmoteca viendo la película “Vive como quieras”, de Frank Capra. Richerdios.
Vive Como Quieras
Título original. You Can’t Take it With You.
Año. 1938
Duración. 126 min.
País. Estados Unidos
Dirección. Frank Capra
Guion. Robert Riskin (Obra: George S. Kaufman, Moss Hart)
Música. Dimitri Tiomkin
Fotografía. Joseph Walker (B&W)
Reparto. James Stewart, Jean Arthur, Lionel Barrymore, Edward Arnold, Mischa Auer, Ann Miller, Spring Byington, Ward Bond.
Productora. Columbia Pictures
Género. Comedia | Comedia sofisticada
Sinopsis. Alice Sycamore, la única persona con un poco de cordura en una familia llena de lunáticos, se enamora de su jefe, Tony Kirby, que pertenece a una familia muy rica y muy cursi. La diferencia entre el estilo de vida y la mentalidad de ambas familias se agudiza cuando los padres de él van a cenar a casa de ella, y la cena termina con la llegada de la policía y la detención de todos los presentes, acusados de anarquistas.
Premios. 1938: 2 Oscars: Mejor película, director (Frank Capra). 7 nominaciones
Capra conoció una época dorada en la Columbia, entre las décadas de los treinta y los cuarenta. Desarrolló el lado más tierno y tragicómico y exaltó valores como la bondad, la generosidad, la sencillez y el amor. Y algo imprescindible: la persecución de la felicidad. La sociedad estaba cada vez más acelerada, más deshumanizada, el gigante codicioso llamado ambición sembraba infelicidad por doquier. Faltaba afecto, solidaridad, el simple gesto de hacer algo por alguien sólo por el placer de inyectar un poquito de alegría. Faltaban sonrisas sinceras, el disfrute de las pequeñas cosas. Ni más ni menos que lo que viene sucediendo en estos siglos alocados y en nuestras civilizaciones hiperdesarrolladas, en duro contraste con otras subdesarrolladas, que tienen en común el arrastrar un remolque saturado de desgraciados, olvidados, anónimos y frustrados. Una obra de teatro (y Capra llegaría a especializarse a veces en obtener guiones basados en obras teatrales) sirvió de excelente base para una de las más brillantes comedias de la historia: “You can’t take it with you”, de George S. Kaufman y Moss Hart, que ganó el Premio Pulitzer en 1937. En contraposición a la realidad del sueño americano (que por muy bonito que quisiera pintar el panorama en la teoría, en la práctica contribuía a gestar una sociedad competitiva y materialista), la exitosa obra cómica, y el guion adaptado para Capra, plantean un alejamiento radical de dicho sueño engañoso. Se contraponen dos mundos paralelos y opuestos: el opulento, snob, aburrido y rapaz de los altos burgueses sumergidos en un feroz sistema capitalista, y el sencillo, entrañable, distendido y divertido de una clase media para la que el dinero es un factor de escasa importancia, sustituyéndolo por la riqueza de espíritu. Los económicamente ricos son al final los más pobres de todos, porque se agarran a un espejismo que sólo devuelve vacío y soledad. Y por el contrario, los económicamente pobres son los que poseen más abundancia, en amor, amistad y felicidad. Un seguro para llegar a la plenitud. A. P. Kirby es un aguerrido empresario de altura, dueño de empresas muy poderosas y un buitre que acosa a las presas hasta hacerse con lo que desea, que es tener más. Pero en sus planes devoradores se clava una espina muy molesta: un vecino insignificante, Vanderhof, se niega a vender su casa, cuyo terreno serviría para completar otro de los negocios de Kirby. Vanderhof es un patriarca filosófico, tranquilo y pacífico. Un buen día decidió cambiar de arriba abajo su manera de actuar y decidió que era una tontería malgastar los valiosos días haciendo cosas que le disgustaban y que no servían más que para ganar un dinero que le sobraría y del que no gozaría. Dejó sus negocios, desarrolló sus aficiones y se entregó a los que realmente le importaban, su familia y amigos. Se dio cuenta de que con ganar lo justo para cubrir las necesidades, todo lo demás venía rodado. Como él reza a Dios antes de comer, “lo importante es la salud, y todo lo demás lo dejamos en tus manos.” Su casa es una olla de grillos donde cada uno hace lo que le gusta. Él mismo, su hija, su yerno, sus nietas, el marido de una de ellas, la criada, el prometido de la criada, y algunos amigos de los que un día vinieron por cualquier motivo y acabaron quedándose para siempre. La casa está abierta al que necesite calor y compañía. Y ahí nadie se aburre. El tecleo de una máquina de escribir creando alguna novela imposible, una chica ensayando números de danza, su marido tocando el metalófono para ella, otra chica bajando por el pasamanos de la escalera y desafiando a su abuelo a hacerlo mejor, un hombre maduro aficionado a la pirotecnia, otro que fabrica juguetes e inventos… Y entre las ocupadísimas empresas Kirby, y la disparatada y alegre familia Vanderhof, surge un romance: Tony, el hijo de Kirby, se ha enamorado de su secretaria, Alice, la nieta de Vanderhof. Están hechos el uno para el otro. Tony es un buen muchacho que no ha heredado las ambiciones de su padre, y Alice es su chica ideal… Enredos, escenas muy divertidas, encuentros desternillantes entre ambos mundos tan contrastados, con el punto en común de los encantadores Tony y Alice y el elemento catártico de un Vanderhof magnífico, encarnado por un Lionel Barrymore en un momento pletórico de su veterana carrera. Lo que cuenta es ser feliz, querer y ser querido. Todo lo demás se lo lleva el viento. En apariencia, esta es otra epopeya de buenos y nobles sentimientos al más puro estilo Capra, “Vive como quieras”, sin embargo, ofrece muchos más elementos de reflexión de los que podría parecer a simple vista. Para empezar, no se trata únicamente de escenificar el típico enfrentamiento entre la pequeñez del individuo y la maldad de los grandes poderes, tradicionalmente proclamado como el tema recurrente por excelencia de Capra. Por el contrario, el panorama que se describe es mucho más complejo, pues ese canto al individualismo genuinamente norteamericano se convierte poco a poco en un poema tragicómico no sólo sobre las perversiones del capitalismo, sino también, y por encimo de todo, sobre América como obsesión, sobre la verdadera identidad del sueño americano, algo que aproxima a Capra a una gloriosa tradición clásica encabezada por John Ford y King Vidor y que tendrían sus representantes contemporáneos en Michael Cimino y Francis F. Coppola. La película analiza en qué se han convertido los grandes ideales americanos, aquellos que guiaron a los padres de la patria y atrajeron hacia esas tierras a millones de esperanzados inmigrantes, sin ir más lejos a la familia del propio Capra. “Vive como quieras” no es sólo una divertida y emotiva comedia, es también un emocionado lamento por un ideal perdido, la crónica soterrada de la degradación moral de una sociedad, que muy bien sería extrapolable a la actualidad, donde el dinero y la ostentación son los códigos que marcan la crisis de valores de nuestra sociedad consumista.