“Las brutales torturas que hemos documentado en El Chipote son de las más aberrantes que hemos visto en Latinoamérica en mucho tiempo. Este centro de detención se ha transformado en un emblema de la dictadura de Daniel Ortega, que es típico de un Gobierno sin escrúpulos que está dispuesto a todo para aferrarse al poder y aterrorizar a la población”, resumía para el diario El Mundo Tamara Taraciuk, subdirectora para las Américas de Human Rights Watch (HRW).
Más de 150 presos políticos pueblan las cárceles de Nicaragua, país cuyos destinos rige la pareja de Ortega y su esposa Rosario Murillo. Entre los presos, seis de los candidatos a las próximas elecciones. Pero, aparte de éstos, no se sabe quiénes están detenidos en El Chipote porque nadie puede hablar con ellos, ni llevarles comida. Según Naciones Unidas, se practican descargas eléctricas, laceraciones con alambre de púas, golpizas con tubos, estrangulación y abusos sexuales.
Pero el jefe de la diplomacia europea, José Borrell, excluye sanciones al régimen del tirano Ortega, como a Cuba, o Venezuela. Las dictaduras izquierdistas no merecen la condena y sanciones de la UE. Ortega hoy es el nuevo Somoza de su país.