Hace un par de semanas hemos conocido que Jacinto Silverio, de 83 años, ha sido condenado a dos años y medio de prisión por matar a uno de los dos ladrones que asaltaron su vivienda en Arofa (Santa Cruz de Tenerife) el 1 de marzo de 2015. Y eso que le aplicaron la eximente incompleta de legítima defensa, pero le añadieron otros dos años por tenencia ilícita de armas, extremo que entendemos si no tenía licencia. Pero que el jurado sostenga que Jacinto “podía haber utilizado otras alternativas igual de efectivas para salvar su integridad física y la de su esposa evitando la muerte”, inquieta, la verdad. Por cierto, que no se citan esas “alternativas”. ¿Acaso la poesía?, ¿dispararle al ladrón en el dedo pequeño del pie derecho?, dígase.
Se trata de un caso que puede crear alarma social, como ahora se dice. Que un anciano con su esposa se vea asaltado, se defienda y se le diga que tenía que haber hecho otra cosa parece de película de Berlanga. Por eso, don Jacinto, suba usted a este Paraíso, que aunque haya justicia en la tierra, esta es mucho mejor.