Que en un río tan contaminado como el Guadalmedina, en su tramo final antes de su desembocadura, a la altura del Centro de Arte Contemporáneo, aparezca un cisne resulta sorprendente y bello, no sabemos en qué porcentajes ambos conceptos.

En otras ocasiones, los vecinos y viandantes han observado pequeñas cigüeñas y en una ocasión se rumoreó que fue vista una foca -hecho altamente improbable-, pero ahora es una realidad que el cisne llevaba el sábado, al menos, cuarenta y ocho horas entre las inmundicias de la desembocadura de las aguas negras que van a dar a nuestro querido Guadalmedina. Blanco y negro, podría titularse la foto. Y casi en campaña electoral. Suba este cisne a nuestro Paraíso, que le resarciremos de la suciedad de ahí abajo.