Montse Gomendio, profesora de investigación del CSIC y ex secretaria de Estado de Educación, en El Mundo, el pasado 23 de abril: “En concreto, se comete el error de contraponer conocimientos y competencias y, basándose en esta dicotomía inexistente, se apuesta decididamente por las últimas. Esta falacia se usa para reducir el nuevo currículum definido por el Gobierno a lo que se denominan enseñanzas mínimas, lo que reduce a la nadería los contenidos comunes para todos los estudiantes españoles (…). Los casos de otros países demuestran que el mantra de que un enfoque competencial hace irrelevante la adquisición de conocimiento es un grave error. El mito en el que se basa la LOMLOE plantea que el aprendizaje de datos genera estudiantes pasivos, capaces de retener información, pero incapaces de razonar. La neurociencia nos enseña que este mito es falso. Para poder razonar, las personas deben acumular datos fiables en la memoria a largo plazo. De esta forma a medida que se va asimilando información en el cerebro se va construyendo un mapa mental de conocimientos que es perdurable. Es más, en el proceso de aprendizaje el almacenamiento de conocimientos es más fácil cuando hay claros vínculos entre la nueva información y la que ya está alojada en la memoria, como si se tratase de un molde preliminar que va acomodando más y más información de forma ordenada. Cuanto más se aprende, más fácil resulta aprender (…). Pero donde la reforma educativa pone mayor énfasis es en lo que denomina competencias emocionales, en concreto las afectivo-sexuales, y en valores éticos, cívicos y eco sociales. Bajo este paraguas se encubre un adoctrinamiento ideológico, que nada tiene que ver con el enfoque competencial y que es incompatible con sociedades plurales y democráticas”.