Alexandra Hornbostel, licenciada en Ciencias Políticas, cierra la Aduana Vieja -en Cortina del Muelle, junto a la Cámara de Comercio-, bueno, traspasa el negocio al propietario de La Tertulia -frente al futuro Museo Provincial de Bellas Artes-. Cosas de la vida. El caso es que la Aduana Vieja se había convertido en un lugar de referencia de artistas, algunos periodistas, profesores… amigos en suma que allí se citaban para intercambiar opiniones y comentar desde la barra y con un daikiri en la mano, por ejemplo, los sucesos de este mundo convulso. Un remanso de paz en un mundo de locos. Allí queda el cartel de los Bowles o el de Cernuda, las hojas de palmera que Alexandra grapó a la pared o los últimos cuadros de Jorge Bengio. Pero, sobre todo, muchos recuerdos. Ahora, Alexandra, a por otros retos.