La izquierda radical, que siempre ha sido antiglobalización, después de las cuatro internacionales que dio a luz, se rebela contra el proteccionismo de Trump en un rasgo muy típico de esquizofrenia política no suficientemente puesto en evidencia. Quienes guerrean contra el libre comercio mundial resulta que ahora también se posicionan contra su propio pensamiento peo, eso sí, procurando que no se note. Es lo de siempre, solo es moral y conveniente lo que propongo yo, en otro caso se trata de un crimen de lesa humanidad.
Lo cierto en economía es que los déficits de la balanza de los productos y servicios tienen que ver con las entradas de capital y acabar con aquéllos supone también anular éstos, lo que trae como consecuencia la elevación de los tipos de interés, penalizándose así el consumo, la inversión y el crecimiento económico. Esto debiera saberlo Trump, un gran empresario norteamericano. Este es su gran error programático y empieza a serlo de gobierno.
El libre comercio no es la causa de la pérdida de puestos de trabajo en los EEUU, como él cree, pues se origina hace nada menos que medio siglo, mucho antes de que los USA empezaran a tener déficit comercial. La razón es que el crecimiento de la productividad ha permitido satisfacer la demanda con menos trabajadores y que muchos se reasignen en otros sectores económicos, así de sencillo. Por estas y otras razones un liberal no puede estar de acuerdo con una política económica como la de Trump que, está por ver, si no rectifica o le hacen rectificar el rumbo que ha emprendido. Pero estas son claves que la izquierda más radical ni entiende ni quiere entender, su vida política se asienta sobre parecidos postulados a los que critica.