El dólar americano y el euro son dos enanos frente al real de a ocho. En la actualidad, el mundo funciona bajo unas monedas generalmente aceptadas, el dólar estadounidense y el moderno euro. La supremacía del dólar durante el siglo XX, podría dar lugar a pensar que fue un invento extraordinario de los americanos del norte, que ha funcionado, al menos teóricamente, a la perfección y que nunca con anterioridad ha existido nada igual o tan siquiera de similar efectividad. Craso error, hubo una moneda creación del Imperio Español, universalmente reconocida y aceptada que duró más de tres siglos. El real de a ocho.
La «honradez» del real de a ocho frente al dólar como moneda fiduciaria (que representa un valor que realmente no tiene) basaba su fortaleza, no en el poder de la nación que lo impone al resto del mundo, sino en la pureza de la plata con la que se acuñaba, cercana al cien por cien. Durante más de trescientos años no se modificó, no se devaluó, de ahí su honradez frente al engañoso dólar del siglo XX. Es más, la moneda norteamericana se basó precisamente en el real de a ocho, que fue moneda legal en Estados Unidos hasta 1857, aunque continuó utilizándose hasta entrado el siglo XX.
Para continuar haciendo justicia debemos saber que el real de a ocho acuñado en Filipinas, es la base del Yuhan chino y el Yen japonés, entre otras muchas monedas nacionales. Hay que decir que al no existir bancos centrales, las monedas se acuñaban directamente en sus orígenes, desde donde procedía la plata utilizada, Perú, Bolivia, Méjico y Filipinas, es decir, existía una total independencia de la metrópolis de acuñación de la moneda en el Imperio Español.
Las colonias que se independizaron del imperio inglés y que, posteriormente, dieron lugar a los Estados Unidos de América, no podrían haberlo hecho sin la financiación del imperios español que aportó casi el ochenta por ciento de esa financiación. Luego sabemos cómo pagaron los anglosajones (de Europa y América) esa inestimable ayuda, con traición, expolio, y olvido.
La pérfida Albión no podía permitir que, tras la caída del imperio español, continuase existiendo un sistema monetario tan eficaz y tan válido como el sustentado en el real de a ocho, así que fomentaron su desaparición y división en las distintas provincias españolas de ultramar, provincias y no colonias, apoyados en la leyenda negra (más falsa que negra) y que incluso los españoles nos la hemos acabado creyendo.
Los anglosajones y sus adláteres, no se conformaron con romper el imperio español sino que trataron de ocultar la existencia de un sistema monetario casi perfecto y que había sobrevivido durante más de trescientos años frente a su banco central emisor de una divisa fiduciaria y engañosa, de irrisorio valor frente a la española. Otro día contaremos otra historia de éxito de imperio español.