Entrevista con Antonio Durán, fotógrafo y propietario de la librería y galería Isla Negra - El Sol Digital
Entrevista con Antonio Durán, fotógrafo y propietario de la librería y galería Isla Negra

Entrevista con Antonio Durán, fotógrafo y propietario de la librería y galería Isla Negra

Vicente Almenara.- Antonio Durán es un hombre sin afán de notoriedad, tanto que no aparece en las fotos cuando se le hace una entrevista; y muy sincero, dice que de esto no sabe y no pasa nada. Isla negra -el título viene de la residencia de Pablo Neruda en Chile- está en calle Álamos 15 y gracias a sus colaboradoras resulta un establecimiento magnífico de visitar. Libros antiguos, de segunda mano, de orígenes inverosímiles y unos grabados en la pared o una pieza de escritorio… entramos en otra dimensión de la cultura. Él es fotógrafo y lleva muchas cosas por delante. De este mundo hablamos.

– Siempre me ha gustado el mundo de los libros y a raíz de una historia de un cliente, marchante de obras de arte de mucho nivel, malagueño, pues me encargó un trabajo de obras de arte y firmó un convenio con El Prado y me llamó y me encargó el trabajo, estuve durante año y medio desplazándome a Madrid y estuve fotografiando cerca de mil y pico de cuadros de diferentes tamaños, formato grande, con dos equipos montados al mismo tiempo. Cuando me iba a Madrid los domingos por la noche dormía allí en el hotel La Habana, cerca de El Prado. Al día siguiente, me iba al Prado y trabajaba el lunes entero con el equipo, a veces me llevaba a alguna persona de Málaga y en otras ocasiones intentaba contratar en Madrid. Esto es una introducción para llegar a los libros. Sucedió en los años 1989-1990. El resto de los días trabajaba hasta que cerraba el museo después del recuento, de siete y media hasta las once, aproximadamente. Te relacionabas con mucha gente. Este marchante iba a verme y me llevaba a  restauradores, fue a partir de ahí cuando empecé a relacionarme con el mundo del arte, la pintura en particular, pero también con los libros. Fue a partir de ahí cuando empecé a comprar libros antiguos, que era lo que más me gustaba, o libros de poesía de la Generación del 27, compraba y, a lo mejor, vendía alguno y recuperaba un poco de dinero, y empecé a montar una librería y así llegó ese día.

La librería la monté a mi gusto. Aparte de lo que te contaba del mundo del arte, tuve mucha relación con la Cámara de Comercio, además, fui el vocal más joven, en la primera vez que se constituyó la mesa de edad, y desde allí contacté con mi gran amigo Pepe Sánchez Rosso, él como político y yo como director de obras de arte. La fotografía tiene mucha relación con el mundo de la moda. El presidente era Manolo Martín Almendro.

Entonces era el presidente de la Asociación de Fotógrafos y me invitaron en la radio a una mesa redonda a la que asistió Pepe Sánchez Rosso, presidente de Comercio Interior, y a los pocos días recibí una carta invitándome a participar en su comisión general, participé y querían hacer una promoción de moda y no tenían idea y ese era mi mundo ya que trabajaba para una revista de peluquería e iba a Madrid para realizar fotografías, a Barcelona, con Llongueras con grandes modelos, no ganaba mucho dinero pero me divertía mucho. También participé en una revista de música que también era lo mismo, ese era mi mundo, y luego hacía carrera en mi estudio para mantenerlo y mantener mi casa, claro.

La elección de calle Álamos para la librería Isla Negra ¿es casual?

No, mira, lo de Álamos es porque había anteriormente un anticuario, Pepe Losanto,  amigo de mucho tiempo, y cuando él quitó la tienda me dijo… Bueno, antes de todo esto tengo que decirte que monté una librería en Andrés Pérez, frente a la Casa del Cardenal, una muy pequeña, con la misma estética que la que tengo ahora y entonces cuando él quiso cerrar la tienda me quedé con el local y monté lo que verdaderamente me gusta, diferente. Soy una persona que huye de lo reglado de alguna manera, monté la librería a mi gusto, como te decía. Cualquier libro que veas lo he comprado con mucho cariño.

Y no solo libros, he visto cosas de pintura, Sicilia…, es decir, books and art, como dices en la tarjeta.

Pues sí, viene de mi relación con el mundo del arte, tengo también muchos catálogos de muchos pintores. Trabajar con grandes formatos y fotografías pues… aprendes muchos sobre las obras de otros.

¿Qué clase de fotógrafo eres? España tiene una magnífica tradición de grandes fotógrafos…

Amo la fotografía hasta el punto de que para mí una sesión de fotos es fundamental, me gustan las fotos de moda, montar los exteriores, preparar las luces, buscar el perfil en la calle…

La fotografía es la luz vestida…

La foto es la luz. Tu coges un personaje y le pones una luz blanca, o un fondo blanco, si le pones un fondo negro esa persona es diferente.

¿Y quién te puso de pequeño una cámara en las manos?

Mi padre. Yo tendría dieciséis años. Estaba en un instituto, nos fuimos de viaje de fin de curso y, entonces, mi amigo me dijo, mira… tu padre fotógrafo, con una cámara, y cogí un par de carretes en blanco y negro. Imagínate el viaje de fin de curso, fui a Sevilla y allí me hice las fotos con los colegas y cuando volví le di los carretes en blanco y negro a mi padre, que me contestó, ¡no tengo tiempo!, yo te lo explico y tú las revelas. Y de esa manera empecé a revelar fotos en el laboratorio.

¿Sigues revelando o eso ya lo has abandonado?

Desde primero de este año se lo he pasado a mi hijo. Como te digo, me ha gustado mucho la fotografía de moda y el retrato, que me den un perfil y una foto y a  buscar el personaje, realizar el montaje y hacer que participe y esté a gusto es importante. Por ejemplo, Emilio Molina me encargó para un musical una foto y aparece en mi estudio a las once de la mañana con un traje negro y lo primero que hice fue tomarme una copa de vino con él y me decía ¿yo qué hago?, y le dije nada, tú hablas conmigo y tal y luego le hice unas fotos preciosas. También trabajé muchísimo para la agencia de publicidad, Contacto Olivares, una leyenda personal y profesional, pues precisamente estaba yo en la Cámara cuando Luis Merino, que era vocal de los que se nombran no por elecciones, decidió emitir un certificado de buena conducta, Manolo me agradeció esto toda la vida porque se enteró por mí, y cuando se empezó a cuestionar si era conveniente o no y entonces se hizo y quedó fuera de toda duda.

Recuerdo aquel episodio de cuando estuvo detenido en Miami por el FBI. ¿Y las otras bellas artes?

Antes me preguntabas qué tipo de fotógrafo era, pues mira, no sabría decirte qué tipo, porque he tocado de todo, he hecho algunas exposiciones, pero sesiones de fotos en directo, he hecho las fotos luego en el laboratorio, las he revelado y enseñado, en la época del centro de imagen Ross, que también recordarás, era yo presidente de fotógrafos, y allí realicé una exposición con una sesión de fotos en vivo, con modelos, la gente con las luces apagadas, la cámara colgada en el techo con control remoto,  modelos, en fin…

¿Qué cámaras utilizas?

Utilizo Olympus, porque a veces me obligaban a ello, pero también he trabajado con Nikon, y luego me pasé a Canon, con cámaras de gran formato. Para mí, la verdad, el trabajo que más placer me ha producido es el relacionado con la moda. Empecé con Pepe en el año ochenta y tres, haciendo el primer desfile, y al final Pepe en la última se presentó y no salió. Yo presenté en la Plaza de la Constitución el desfile y lo organicé absolutamente todo, presenté el proyecto con un gran equipo.

Antonio, además de la cámara en las manos, ¿has cogido unos pinceles, unos rotuladores…?

Una sola vez. Pues mira, te cuento una anécdota. A Antonio Ayuso le gusta mucho la fotografía y cuando yo tenía el laboratorio venía y se metía allí y hacía un cuadro, lo vendía, compraba material fotográfico…, un día se lleva el caballete, subí porque el laboratorio estaba en la tercera planta, y me dio unas ganas de coger un cartón que había allí y lo puse y pinté, en ese momento llega Antonio y dice ¿quién ha pintado esto? Le digo que lo he pintado yo, no me digas, ¿está firmado? Yo creo que es una buena obra, fírmamela, vamos que, al final, vendí el cuadro.

Volvemos a los libros. Estabas en el instituto, tenías 15 o 16 años, ¿qué leías cuando eras un infante?

De verdad que muy poca cosa, yo soy una persona muy activa, cojo un libro y a veces soy incapaz de terminar el libro. En el mejor de los casos lo que hago es leer un poco por el principio, la mitad y al final y luego hago un resumen. Hace poco me invitaron del Museo Picasso y entonces decliné la invitación porque me parecía una falta de honestidad, con Antonio Mateo, en fin, no me podía sentar para hablar de libros.

Eres muy sincero…

Y entonces se lo dije al coordinador, si quieres, le dije, tengo una chica que es la librera, yo le ayudé a elegir un libro de la Inquisición. Le dije a Marta, mira, esto es un máster, prepárate por las preguntas que puedan hacerte y se hizo un trabajo muy bonito junto con Antonio y Enrique. Tengo que decir que yo no soy librero.

Compras en Granada, ¿verdad?

Bueno, compro en todos los sitios. Cuando estábamos confinados podía salir con determinada autorización, me fui a comprar libros a Ávila en coche, atravesé cuatro comunidades.

Ahí está tu espíritu de riesgo.

No, mira, yo compro mucho también en Sevilla, te puedo decir que compré un archivo magnífico, y concretamente ayer domingo fui a comprar unos libros a Gaucín, allí había una biblioteca del señor Fortuny, abogado, que tiene una finca de un millón de metros más o menos y una biblioteca magnífica. Te puedes quedar asombrado de dónde encuentro libros.

Acostumbro a ser generoso con los que colaboran conmigo, cualquier persona, amigo o conocido me comenta donde hay bibliotecas para comprar, o compro en un sitio que me dé garantías. Por ejemplo, el otro día en Jerez compré unos libros magníficos del XVII, que estoy fotografiando ahora. Tienes que comprar una gran cantidad para que te sea rentable. He comprado de una vez diez mil libros, una biblioteca entera, otra de dos mil, y cuando tengo que elegir, pues la verdad es que no sé por qué razón elijo los libros que son realmente interesantes, por ejemplo la Generación del Veintisiete, que me gusta mucho.

He visto en Isla Negra mucho Veintisiete, que tiene mucho que ver con Málaga. ¿Por qué el Veintisiete?

No en especial, me gusta, he comprado mucho y también he vendido mucho. He vendido en la librería un libro de García Lorca de tres mil quinientos euros, una primera edición y ahora, por ejemplo, tengo una que llevé a encuadernarla, una obra de José María Hinojosa.

Personaje a reivindicar, que está muy olvidado tras su asesinato por los socialistas y anarquistas en 1936.

Pues de él tengo obras, hay veces que me da pena venderlo. Yo me enamoro de los libros, los disfruto y le doy paso a otros. Cuando empecé con las cámaras y todo el equipo de Nikon, tenía treinta en un rincón, y me dije voy en primavera y las cambio por algo para que a su vez  compren los chicos que están en el Politécnico, en definitiva, que siga con vida la cámara.

¿En tu librería abunda más la poesía, en la narrativa unas temáticas más que otras…?

No tengo demasiado criterio para decirte, tanto es así que trabajo en equipo para ello, ahora tengo una colaboradora, una chica de la Universidad.

Si es la joven que atiende a quienes entramos es muy agradable y atenta.

Estuvo haciendo las prácticas con nosotros, tengo en estos momentos colaboradores a los que les pago por un trabajo, y tengo una chica que estaba dando clases de flamenco, terminó su carrera, es joven y no te puedes ni imaginar sus conocimientos. Compré un archivo de  documentos en Sevilla, más de  nueve mil trescientos  pergaminos, y un legado del Gran Capitán y que tenía unas veinticinco o veintiséis cartas, una carta de Carlos V, de María Manrique que le había regalado una joya para la corona de su hija y no sé cuantas cartas de María Manrique, también había un cuadernillo que vendí en una subasta, a través de un amigo, y en una fundación en Montilla del Gran Capitán, un pueblo pequeño, fui a verla y se lo ofrecí, lo vendí por menos de un tercio de lo que le habría sacado en el mercado, pero pensé que esto tenía que estar en Montilla, se aprobó el presupuesto por unanimidad en el Ayuntamiento. Otros documentos que tenía, fantásticos, de Mula, me puse en contacto con el archivero de Mula y se los envié. La chica que está trabajando en la librería, cuatro días a la semana, transcribe documentos. Cuando nos confinaron, que no podíamos salir, yo me escapaba de mi casa y me iba a la librería, me faltaban días.

Como te decía antes, además de esta chica está la paleógrafo, Mónica López, que nos ayuda en muchos eventos y en proyectos, y luego esta última chica. Donde estoy ahora puedo tener unos treinta mil libros, sin catalogar, sin valorar etc.

¿Los tienes en un almacén?

Sí, en el Camino de los Almendrales, estoy ahora mismo fotografiando y valorando unos libros de derecho del XVIII. Todos los libros que tengo aquí pues no están en ninguna parte. Por ejemplo, llego a una biblioteca, compro libros que me cuestan dos mil, veo el cliente que tengo para venderle los libros lo antes posible por tres mil quinientos, prácticamente a la semana, entonces recupero y el resto lo coloco por aquí, es decir voy amontonando.

También tienes que vivir de esto…

Sí, claro, vivo de muchas cosas, pero de la librería difícilmente podría vivir.

Haces lo que te gusta.

Pero después hago muchas cosas por fuera. En la librería, como llevo mucho tiempo, tengo muchos clientes directos. Tenemos un proyecto en el que estoy colaborando sobre Emilio Prados, se va a hacer una cosa especial y me he ofrecido a cederles una lista de cincuenta libros de la Generación del 27 para que los expongan en vitrinas, al mismo tiempo se hará una exposición en la librería.

Es interesante,

La vida la vivo apasionadamente.

¿Qué libro tienes en tu despacho, en la mesilla…?

En estos momentos estoy liado con los documentos. Hace poco, en la última remesa, me trajo la chica unos documentos de los Condes de Ureña, como tu sabes fundaron la Universidad en Sevilla, son de Osuna, con unas firmas preciosas de la condesa, en tinta, tienen quinientos años, tocarlas,  verlas, el olor del papel es una maravilla… En el archivo que compré en Sevilla había un libro copiador de cartas del marqués de Caldereita mientras fue embajador de España en Alemania, imagínate, había ciento sesenta cartas, todo a nivel político, una maravilla, esto me lo compraron. Te comento el concepto de las cosas que tengo. Un día, viendo en la televisión a un arquitecto catalán al que le estaban haciendo una entrevista en una casa espléndida, y decía el hombre que en el ocaso de su vida se había dedicado a coleccionar o poseer las cosas, decía que se había dado cuenta que son las cosas las que te poseen a ti. Las cosas están y seguirán estando cuando tu ya no estés.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja un comentario

El email no será público.