Vicente Almenara.- Las adicciones son otra de las pandemias que azotan el mundo en sus muchas derivadas de drogas y juegos, principalmente. Y no solo los jóvenes son las víctimas, las hay de todas las edades, y no siempre la cultura ha servido de contención sino que hasta ha promovido el cannabis y otras sustancias como signos contestarios, y se siguen pagando las consecuencias. Hablamos con el doctor Soriano, de la clínica Monte Alminara, un profundo conocedor del drama que viven tantas personas que se encuentran al límite y que pueden ser nuestros vecinos.
En el pasado número 293 publicamos una entrevista con la directora general del centro, Nuria García Martín, más preocupada en que no pareciera que éste era una empresa privada -no se entiende por qué quería ocultarlo- que en la verdadera función social del mismo. Ahora, un profesional de la medicina nos descubre qué realidad afrontan.
¿Qué tipo de adicciones son las más frecuentes con las que trabajan en Monte Alminara?
Las adicciones más frecuentes que atendemos son alcohol, cocaína y cannabis. Las tres adicciones que más porcentajes de pacientes presentan a la hora de hacer el ingreso en la clínica.
¿Y de ellas predomina una por tramos de edad o son intergeneracionales? ¿Tienen que ver algo con la clase social?
La adicción no respeta ningún tipo de clase social, se puede dar en cualquier clase social, nos encontramos con personas de profesiones liberales, o empresarios, también nos encontramos con aquellas que no tienen formación y tienen ese problema de adicción.
Y en cuanto al hachís, existe el estereotipo en la sociedad de que es una droga de jóvenes contestatarios y, probablemente, no sea así en muchos ámbitos culturales distintos, ¿no?
Sí, indudablemente, durante mucho tiempo, sobre todo en los años 90, se hizo una muy mala propaganda planteando que el cannabis como tú muy bien decías era una sustancia contestataria que tampoco generaba muchos problemas y, sin embargo, pues el haber tenido esa publicidad ha hecho que muchos jóvenes entendieran que no generaba ningún tipo de problemas y ahora mismo nos estamos encontrando entre los adolescentes, y algunos de ellos fruto del consumo del cannabis, que pueden tener algún trastorno psiquiátrico. El cannabis les produce brotes psicóticos por el consumo. Nos encontramos con chavales que además de tener el problema de la adicción, tienen lo que llamamos patología dual fruto del consumo. No sabemos si estaba de base la enfermedad mental, pero también la pueden desarrollar y nos encontramos con esa doble problemática, por un lado el tema de la adicción y, por otro lado, padecer una enfermedad mental, que agrava mucho más la situación.
¿Y en qué consisten las terapias?
En líneas generales, partimos de una idea base y es entender que la adicción sea lo que sea, el juego, el sexo, sea internet, los móviles y demás, simplemente es el síntoma de malestar que está dentro de la persona, o bien no es consciente o bien no es capaz de gestionar de forma adecuada y entonces recurre a la sustancia para huir y tapar ese malestar, entonces planteamos que el proceso de recuperación tiene varios momentos, un primer momento sería una buena valoración tanto por parte del equipo médico como por parte del equipo de psicólogos, y analizar el estado en que se encuentre esa persona, y después de esta valoración lo que planteamos es un proceso de maduración, de crecimiento personal y es un tratamiento integral desde ese modelo bio-psicosocial en el que vamos a abordar esa maduración, ese identificar y darle cuenta de cuáles son las situaciones, o bien que no se gestiona de forma adecuada y que no se es consciente y, por tanto, lleva al consumo. ¿Cómo trabajamos eso? Pues lo vamos a abordar tanto en terapias individuales como en terapias grupales. Es decir, una vez que hemos hecho la desintoxicación, que es el primer paso del proceso de recuperación, le proponemos al paciente entrar en el proceso de toma de conciencia, proceso de maduración de ir haciendo cambios en su vida. No consiste simplemente en tener una buena disposición, hay que empezar a plantearse qué cambios tengo que hacer en mi vida porque, indudablemente, si no me planteo un modelo de vida nueva, la adicción va a volver a aparecer y de hecho muchos de los pacientes que acuden a tratamiento ya han pasado por varias situaciones de desintoxicación pero realmente tienen un periodo de caducidad, porque si no voy a las causas profundas que me generan esos malestares, pues seguramente no lo podrían resolver.
Nosotros situamos al paciente como protagonista de ese proceso de recuperación, la responsabilidad la ponemos en el paciente para que se vaya dando cuenta y tomando conciencia de su problema, y nosotros vamos ayudando en ese proceso primero de toma de conciencia. Y después de trabajar en todas esas situaciones traumáticas que me han podido y me están influyendo para que así la respuesta que yo dé sea dejar el consumo. Hay que enseñarles a gestionar de forma distinta lo que hasta ahora han gestionado de forma inadecuada. Todo el trabajo está enfocado, insisto, a ese crecimiento personal, y también para nosotros es importante la implicación y participación de la familia en este proceso de recuperación. Por ejemplo, todos los sábados trabajamos con el paciente y la familia para que también entienda que estamos hablando de una enfermedad. No estamos hablando de que esta persona es un vicioso, o mala gente, sino que estamos hablando de una enfermedad y como tal la tenemos que tratar, la familia es fundamental y tiene que posicionarse y establecer una serie de límites porque bien es cierto que muchas veces la familia no sabe cómo abordarlo y en muchos momentos es permisiva y, por tanto, a la familia hay que enseñarle también para que el paciente pueda iniciar el proceso de cambio, ellos necesitan decir basta. Entonces todos los sábados por la mañana trabajamos también con la familia y ésta participa a lo largo de todo el proceso.
¿Se tiene más éxito cuando nos encontramos con personalidades más recias?, es decir, con una mayor fuerza de voluntad que otras personas que las conocemos todos en nuestras relaciones sociales y que son más dejadas, que hay que empujarles más. También nos encontraremos con unas diferencias de personalidad en el tratamiento y unos colaborarán y otros menos, ¿no?
Sí, indudablemente las motivaciones son muy importantes, si tengo una alta motivación y una alta toma de conciencia de lo que me está sucediendo resulta mucho más fácil. En un primer momento, en un porcentaje muy alto de pacientes, sí trabajamos aquí en la clínica todo el tema de motivación, porque muchas veces iniciar el tratamiento no viene desde una motivación interna sino que lo que me motiva a iniciar el tratamiento es, o bien mi familia, o bien viene impuesto por un juez. En este sentido, indudablemente influye mucho cuando ya tengo una conciencia clara y una motivación muy alta, cuando soy consciente de todo esto y quiero cambiar. Pero en un porcentaje alto sí tenemos que hacer esa labor y, al principio, motivar para producir esos cambios que, realmente, son cambios profundos y que significan enfrentarme conmigo mismo, y es asumir que eso está sucediendo y que realmente tengo que hacer unos cambios importantes en mi vida.
“Lo más importante es pedir ayuda, quitarme la venda y reconocer que tengo un problema”
Quizás cuando se toca fondo y se cae muy bajo es cuando uno se da cuenta de que o cambia o puede hasta morir. La gente tiene que verle las orejas al lobo.
Sí, en muchos casos necesitan verse en una situación muy desesperada. Yo que llevo trabajando muchos años en esto, en la década de los 80 recuerdo que era mucho más fácil ser consciente de que se estaba mal, también por el consumo que se producía en los años 80, que era la heroína y que físicamente deterioraba muchísimo y de forma muy evidente. Luego se pasa al consumo de cocaína que, físicamente, no deteriora tanto, pero todo esto es muy complicado para ser consciente de que uno está mal. Como bien dices, en muchos casos necesitas verte en una situación extrema para hacer esos cambios, si mi situación ya se ha deteriorado en todos los niveles familiar, social, y laboral como pasa en muchos casos de consumo solo y encerrado, entonces eso no ayuda. Yo siempre digo que hay un fondo más abajo que tocar. La situación se puede deteriorar mucho más de lo que está. Cuando todo lo que tengo a mi alrededor se ha destrozado pues toda esta situación me ayuda para iniciar un cambio.
Además de las terapias individuales y de grupos que ustedes realizan, los fármacos también ayudan y, progresivamente, supongo que más porque se sintetizarán nuevas moléculas, se descubrirán nuevas sustancias que ayuden en la deshabituación.
Sí, obviamente la desintoxicación la hacemos de forma farmacológica, evidentemente todo esto ayuda para que el inicio del proceso sea mucho más fácil y, sobre todo, también en ese sentido de estar mucho más tranquilo, de estar mucho más sereno.
¿Quien está habituado a un determinado consumo, sea de alcohol o de otro tipo de droga y lleva 20 años así, cuesta más trabajo desengancharlo que si lleva menos tiempo?
Pues eso va a depender de la persona que tenemos delante, es decir, hay personas que son muy jóvenes y que siguen pensando que todavía controlan y que la situación todavía no está tan mal para hacer un cambio, y otras personas que llevan muchísimo tiempo y que piensan que no tienen solución. Obviamente, los años de consumo influyen para esa toma de conciencia y dejar de engañarme pensando y creyendo que todavía controlo, porque el deterioro físico y el deterioro psicológico, efectivamente, cuando llevo muchos años también me ayuda para decir: tengo que hacer algo con esto.
¿Las mujeres responden igual que los hombres a los tratamientos o hay algunas peculiaridades?
Las mujeres llegan mucho más tarde al tratamiento, en este sentido tal vez por el rol de cuidadoras o por el estigma social que supone tener un problema de adicción. Les cuesta mucho más llegar al tratamiento y lo hacen más deterioradas, el porcentaje sería en torno al 80-85% varones en tratamiento y el 10-15% de mujeres. Luego, a la hora de realizar el trabajo, no hay grandes diferencias. Una vez que inician el tratamiento en ese sentido no hay diferencias. Sí hay diferencias en relación con la toma de conciencia y con relación al inicio del tratamiento, que es mucho más tardío, ya digo que están en un mal estado porque llevan muchos más años de consumo, lo viven también con ese estigma y esa vergüenza y les cuesta mucho más reconocer su estado y pedir ayuda.
Ahora que desde hace relativamente poco tiempo han proliferado las salas de juego, esto debe tener una incidencia importante en la adicción, sobre todo en los jóvenes, pero también en los menos jóvenes, teniendo en cuenta, además, que se pueden hacer apuestas a través del móvil.
Sí, el hecho de hacerlo mucho más accesible indudablemente ha incrementado el problema y no solamente desde la proximidad, porque se ha abierto una gran cantidad de salas de juegos, sino también todo lo que tiene que ver con el juego online, el facilitar el acceso a jugar, pues indudablemente ha hecho que se incremente el problema y nosotros nos estamos encontrando por esa accesibilidad y por esa facilidad que supone conectarme desde mi casa y poder hacerlo.
¿Qué consejos generales le daría usted a una persona, con independencia de la edad que tenga, que es consciente que tiene una dependencia?
La recomendación que siempre doy es la misma, una vez que tengo conciencia o una vez que intuyo que puedo tener un problema lo más importante es no perder el tiempo, es pedir ayuda, reconocer que tienes un problema y ponerme en manos de profesionales para solucionar el problema. Después de treinta y tantos años trabajando en el mundo de las adicciones sigo creyendo que es posible salir de esa situación. Lo más importante es pedir ayuda, quitarme la venda y reconocer que tengo un problema y ponerme en manos de profesionales para solucionarlo.