Feliciano Macías Bermejo, director de Renta 4 en Málaga
Las Bolsas mundiales han protagonizado una “remontada” espectacular esta penúltima semana de noviembre, pasando desde los mínimos semanales que se vieron justamente el lunes por la mañana, al empezar la sesión europea bajo el fuerte “shock” provocado por los atentados de París, hasta los magníficos niveles de cierre de este pasado viernes, con subidas semanales superiores al 3% en el S&P, el Dow Jones, el Nasdaq y el Dax y subidas superiores al 2% en el Eurostoxx.
Esta espectacular semana bursátil, una de las mejores del año, ha coincidido con la publicación de las actas de las últimas reuniones de la Fed, por un lado, y del BCE, por otro, unas actas que ponen de manifiesto la divergencia creciente entre ambos bancos centrales.
Son, de hecho, dos mundos opuestos y divergentes. La mayoría de los miembros de la Fed parecen decididos a iniciar la “normalización” monetaria en diciembre, subiendo los tipos aunque sea de forma moderada. Las actas del BCE muestran, por el contrario, el deseo de activar en diciembre políticas más expansivas, ampliando el tamaño, la composición y la duración del programa de compra de activos, y bajando aún más los tipos de depósito, a la vista de que ni la inflación ni el crecimiento despegan en la zona euro.
Ante esta falta de respuesta de la economía real, la idea es que el BCE va a redoblar sus esfuerzos mientras la Fed va “normalizando”. Las preguntas que suscita esta “gran divergencia” son varias.
La primera es si una economía global y unos mercados financieros “dopados” en extremo pueden encajar el previsible movimiento de la Fed sin turbulencias, sobre todo si al mismo tiempo el BCE pisa el acelerador. Hay un temor de que la gran divergencia se transforme en “gran colusión”, en choque de trenes. Por ejemplo, si el dólar se dispara al alza creando problemas a las economías emergentes e incluso a la propia economía norteamericana. Otro temor es que la economía de la zona euro no responda ni aun con esas nuevas medidas, igual que la japonesa no acaba de responder al estímulo de Kuroda. Finalmente, está el temor de un desplome adicional de las materias primas, como derivada de la subida del dólar y de la desaceleración china, lo que desequilibraría aún más a los emergentes.
Son dudas que posiblemente no tienen respuesta y el tiempo lo dirá, pero lo que sí podemos pensar es que el concepto de hacer “todo lo que sea posible” es decir, el famoso “whatever”, tiene límites, como los tiene todo en la vida. Japón, cuyo Banco central se ha convertido en el mayor operador de los mercados financieros, puede empezar a mostrarnos esos límites pronto.
El tramo final del año se presenta muy plácido para los mercados. Los inversores ya descuentan que la Fed subirá tipos de forma suave y confían en que Draghi no decepcione, porque nunca lo hace. Los datos económicos seguirán siendo mixtos. Solo alguna sorpresa en la “gran divergencia”, como una subida extraordinaria del dólar o un impacto inesperado en emergentes o en alguna entidad bancaria importante podría quebrar ese horizonte que parece tan claramente despejado, sin nubes.
De momento, lo normal, lo que cabe esperar, es que noviembre termine con tranquilidad. En diciembre veremos si la “divergencia” entre el BCE y la Fed produce o no un pequeño terremoto. No hay que descartarlo, y en todo caso mantenemos la idea de que la volatilidad irá subiendo a medida que el ciclo monetario vaya madurando.