Mirar para otro lado como si no pasara nada, restar importancia a los hechos para seguir viviendo en el autoengaño o creer que los problemas se resuelven solos, son actitudes que van más allá de la cobardía, nos cuestan la vida. Esto es lo que sucede cuando no se afronta de cara y hasta la raíz este mal sanguinario del yihadismo.
Los sucesos de la noche del viernes en París ponen sobre la mesa con toda su crudeza lo que son capaces de hacer estas alimañas sin conciencia fanatizadas en torno a sus gritos de guerra. Ya es hora de dejarse de contemplaciones con esta hez que no nos deja vivir y que en Madrid se cobró en 2004 casi 200 de nuestros compatriotas y que sigue sembrando de dolores irreparables todos los lugares donde pisan.
Ante un problema de tamaña gravedad debemos responder con toda la fuerza de la que el Occidente democrático es capaz, mediante el refuerzo de los cuerpos policiales y de los servicios de inteligencia, la dotación de presupuestos extraordinarios, la colaboración de las Fuerzas Armadas –como en Francia y Gran Bretaña-, con una escalada de operaciones militares en las geografías que controlan, con penas de privación de libertad a cuantos los jalean, con expulsiones de cualquier sospechoso de yihadismo… pero, sobre todo, con la firma convicción de que estamos defendiendo la libertad y la democracia de quienes no conocen el valor de estas palabras. Si una fiera anda suelta y ya ha dejado un rastro de sangre, hay que organizar una cacería e ir a por ella allí donde se encuentre y, entonces, descargar sobre la misma todo nuestro derecho a la legítima defensa. Ellos o nosotros, no hay otra elección.
Las opiniones buenistas y conciliadoras, vengan de nuestro vecino o de los protagonistas políticos, solo logran alargar el sufrimiento humano de quienes perdieron a sus seres queridos, de quienes resultan malheridos y de quienes mañana podemos ser sus víctimas. Determinación, coraje e ideas claras acerca de quiénes forman parte de esta jauría inmunda nos llevarán a restablecer el sosiego ciudadano al que todos tenemos derecho.