Cristina Herrera.- Javier Boned Purkiss es director del departamento de Arte y Arquitectura de la Universidad de Málaga. Vino de Madrid directamente a trabajar al estudio de Arquitectura de Salvador Moreno Peralta, pero siempre ha mantenido relaciones con la Universidad, desde la pública en Segovia hasta la privada en Málaga con EADE donde ejerció como director en ese centro de donde salieron los primeros arquitectos licenciados en Málaga.
Desde 2005 se incorporó a la Escuela de Arquitectura de la UMA, mismo año en el que arrancó la Escuela de Bellas Artes de la capital. Y es a partir del 2015 cuando se fusionan ambos departamentos, situándose en el campus del Ejido, al lado de la Escuela de San Telmo y en pleno centro de Málaga.
¿Qué ha generado la fusión de los departamentos de Arte y Arquitectura?
Fue una decisión del Rectorado por necesidad, porque no se podían mantener las unidades administrativas por separado, entonces decidieron fusionar ambos departamentos por cercanía y relación, porque era algo lógico. Desde entonces, el departamento está funcionando perfectamente.
¿Cree que la formación en la Escuela necesita una determinada madurez?
Toda Escuela necesita una cierta madurez. Los tiempos universitarios necesitan un periodo para que las actividades estén consolidadas, para que haya proyectos de investigación, para que la gente se conozca. Aun así, se han realizado eventos, congresos que han resultado ser muy interesantes y buenas sinergias entre los departamentos. No tenemos nada que envidiar a otras escuelas andaluzas, la diferencia es la madurez y la consolidación como escuela, pero somos un centro muy moderno y muy innovador.
A colación de la innovación de la que habla, ¿qué opina sobre el planteamiento que ha convertido a Málaga en referente cultural?
La ciudad está mejor desde el planteamiento cultural que se le ha dado. Siempre hay cosas que resolver, pero la ciudad está mejor. Ahora es una ciudad de referencia en ese sentido y el turismo cultural en Málaga está muy de moda. Pero hay que tener cuidado con lo que está generando todo este tema, que de repente hay masificación y hay que regularlo. No creo que la política cultural sea mala, habría que ver las bases de la política cultural por así decirlo. Esto no solamente atañe al tema de museos, sino que debería de haber más proliferación de actividades alrededor de la cultura en todos sus niveles y que la sociedad y la ciudad estén totalmente integradas. Se ha tomado conciencia de la diferencia con la Málaga turística que era antes. Hay elementos arquitectónicos “conflictivos” que aún quedan por hacer como, por ejemplo, el Auditorio de Málaga, que es muy importante para esta ciudad. Málaga está muy cambiada y ha mejorado en los últimos años.
¿Y sobre el cambio arquitectónico que está teniendo la ciudad como, por ejemplo, el proyecto del hotel en el Puerto o el terreno de las torres de Repsol…?
Son temas polémicos, básicamente por la altura. Parece que hay un debate ideológico por el tema del paisaje, no solo arquitectónico, que condiciona el argumento de la altura. Para un sector no está bien vista la altura para otros sí, y este es siempre el debate. Yo creo que lo que realmente importa es que tenga calidad, para el arquitecto lo importante es el proyecto, ya luego depende que lo acepten o no en una ubicación determinada, la actuación no depende del arquitecto. Y luego hay temas de edificación concretos en diferentes puntos de la ciudad que, evidentemente, están contemplados en el Plan de Ordenación Urbanística de la ciudad, en el PGOU de Málaga. Como city moderna no creo que haya ningún problema en que estos proyectos se puedan producir como, por ejemplo, hay ubicaciones en la zona de la Térmica que existen para torres. Pero ¿qué una ciudad pueda tener torres? A mí me parece que sí mientras que las torres tengan calidad y no generen guetos como, por ejemplo, las ubicaciones en la zona de la Térmica, pensadas para torres.
Hemos leído en la prensa estos días que Málaga ha tirado la mitad de sus edificios históricos, ¿qué opina sobre esto?
Yo no tengo esa percepción, aunque hay debates concretos como La Mundial u otros edificios históricos. Aunque yo creo que sería en todo caso al revés, que se está conservando mucho patrimonio y habría que valorar qué se conserva y qué no. En cuanto a la arquitectura, de Málaga se podría decir que está hasta decorada. En 15 años Málaga ha sabido valorar lo que es el centro histórico.
Tenemos la polémica del artista urbano Invader del que se ha mandado retirar sus obras por estar colocadas en edificios protegidos…
Esto es un tema de iconología y cómo se inserta el arte en la sociedad y de qué manera. Esto no deja de ser una crítica irónica. Estos son debates de la cultura tan mediática en la que nos encontramos, pero como fondo y como consolidación de una cierta valoración del patrimonio y de la arquitectura histórica Málaga ahora mismo no tiene ningún problema en ese sentido. Hay una conciencia y unos expertos que están llevando a Málaga por el buen camino.
¿Cree que hay falta de educación arquitectónica en el ciudadano de Málaga?
Sí, sin duda. Eso es un problema. La arquitectura es la niña tonta. Dentro de la cultura es la más desconocida, es muy importante saber qué es la arquitectura moderna, qué es lo que ha ido cambiando y en España vamos retrasados respecto a otros países europeos porque no le damos la importancia que se merece. Se tiene una visión histórica de la arquitectura y se deja de lado la gran revolución que ha sido la arquitectura moderna en el siglo XX. La gente joven no sabe ni entiende de arquitectura, se debería de hacer una política general en el país sobre este tema para mostrar la conciencia real de la arquitectura. El problema es que se llega a las escuelas con estas lagunas porque no hay una base de arquitectura. No hay una divulgación de la arquitectura, sobre gustos hay de todo escrito, pero esto se debe de fomentar.
Siempre ligamos al arquitecto con el ingeniero, ¿cuál es la función del arquitecto en la sociedad actual?
El arquitecto tiene su origen en las academias francesas o incluso militares porque eran expertos en la edificación, pero el tópico es que el arquitecto hace que quede bonito y el ingeniero hace que el edificio no se caiga. Estamos destinados a hacer equipos, pero el arquitecto es el que vela por las condiciones generales, cuida la estabilidad, la habitabilidad, la estética, la construcción y la Historia. El viejo mito del arquitecto humanista…. El viejo mito del humanista del arquitecto que todo lo daba no es posible. Por lo que, realmente, el ingeniero y el arquitecto se complementan y el arquitecto está pasando de una “situación de élite” a una “situación de socialización” en la que los arquitectos empiezan a especializarse más y a trabajar en las empresas. Por así decirlo, el que tiene la visión más amplia del proyecto sigue siendo el arquitecto, pero esa visión más universal se tiene en cuenta en los países más adelantados. En cuanto a nuestra actuación en obra, aún estamos pendientes de que se regule nuestra participación en este sentido. El arquitecto es fundamental en una sociedad y debe de realizar la función de organizador y gestor propia de su formación, pero sin los ingenieros, evidentemente, no se puede edificar, todo forma parte del mismo proceso.
¿Qué opina sobre la polémica de la sustitución de las farolas del siglo XIX de la Alameda Principal por unas minimalistas?
El tema de las farolas es un debate que ya viví en su momento en la Puerta del Sol de Madrid. El tema del diseño urbano siempre es muy polémico, simplemente porque el ciudadano no está acostumbrado a que le cambien sus iconos históricos de la ciudad. Me da igual como sea el diseño, pero está en el inconsciente del ciudadano y cuesta cambiar eso. Las farolas de calle Larios, por ejemplo, se han puesto similares, ha mantenido esa estética. Tenemos que asumir que la ciudad cambia y la imagen abstracta de la ciudad es una auténtica innovación. Pero quizás el icono más importante de la Alameda son los árboles, mientras que ese elemento esencial de Málaga se conserve no habrá problema, eso serían palabras mayores y sí que mosquearía. Pero el cambio de las farolas, yo no lo veo como un problema, estamos hechos de unas iconografías que modificarlas siempre cuesta. Necesitamos tiempo para que algo sea aprehendido, se produce como un mecanismo histórico que depende del factor temporal. Hay siempre un debate entre estética y necesidad y se cree que el arquitecto siempre va a favor de la estética por encima de la funcionalidad. Quizás el mantenimiento es más complicado, hay unas contradicciones estéticas y funcionales que han surgido del hecho de «mantener cosas».