La derecha económica, las grandes empresas principalmente, pero también otras de menor tamaño, quieren hacerse perdonar ante la izquierda su propia naturaleza empresarial y les “compran” sus mensajes, campañas e iniciativas, normalizando ante la opinión pública la producción ideológica izquierdista, sesgada y manipuladora. Esto sucede, por ejemplo, en la publicidad, con anuncios de feminismo de género -no de derechos de la mujer, que son ampliamente compartidos por todos los ciudadanos-, en cuestiones medioambientales -en las que parece que se abraza cualquier causa ecologista, cuando no es verdad-, en la presencia LGTBIQ -que hasta ahora estaba ausente de los anuncios de televisión para no herir sensibilidades- y, en general, en cualquier aspecto que pueda afectarle y que esté en la agenda política de la extrema izquierda de este país.

Esta cobardía empresarial desconoce que siempre será insuficiente la “ración” que ofrezcan a sus controladores y que, progresivamente, el nudo de la soga se estrechará, quedándose sin aire para respirar porque ya la sociedad pensará como quieren que piensen los nuevos bárbaros. Bajen a esta mazmorra, los cobardes y sus equipos de marketing.