La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, preocupada como está por la Secretaría General de PSOE –a la que aspira pero sin dar todavía el paso decisivo-, se despacha pidiéndole a la oposición que no dañe la imagen de la sanidad andaluza por interés partidista. Y esto lo dice después de las dimisiones del viceconsejero de Salud y del gerente del SAS ante las manifestaciones en varias capitales andaluzas, principalmente Granada, por el estado comatoso de la sanidad pública, con listas de espera y urgencias de juzgado de guardia. ¿Quién daña la sanidad andaluza?, ¿quienes denuncian la situación o quienes la mantienen en tan lamentable estado? Susana Díaz ha perdido una hermosa ocasión para callarse.