Carmen Calvo guarda un clamoroso silencio ante la abstención de Vox en la convalidación del decreto ley de gestión de los fondos europeos. Es conocido que la vicepresidenta primera ha reprochado en numerosas ocasiones al PP que gobierne en algunas autonomías gracias a los votos de la “extrema derecha”, pero ahora es su partido el que se beneficia de esta colaboración del partido de Santiago Abascal que, además se unió con Bildu, en su generosa ayuda parlamentaria. Iván Espinosa de los Monteros, de VOX, había acusado al Ejecutivo de imponer un “mecanismo opaco” que creará “la mayor red clientelar de la historia de España”. No estaba en los cálculos de Vox, según se ha sabido más tarde, dar su apoyo al Gobierno pero el cambio de criterio a última hora de Ciudadanos que pasó de la abstención al rechazo provocó lo sucedido, aunque esto no lo ha explicado públicamente, claro.
Lo cierto es que se equivoca Vox al defender su abstención argumentando que sin ese decreto los fondos no habrían llegado a empresas y trabajadores. Eso está garantizado con la ley. Lo que hace este decreto es conceder al Gobierno la decisión última, sin necesidad de consenso y así decidirá a qué proyectos se destinan los casi 150.000 millones de euros. No articula un programa nacional que impulse reformas estructurales, dinamice la economía con iniciativas innovadoras y ayude a crear empleo. Servirá para otros fines que pareceremos los españoles.