José Luis Díez Ripollés, catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Málaga, declaraba hace unos días en un medio nacional: “Los delitos de extrema gravedad son pocos. ¿De verdad no tenemos capacidad para controlar, bien a través de vigilancia policial y de la libertad vigilada, bien a través de establecimientos psiquiátricos? ¿No tiene más sentido avanzar en estas opciones en vez de hacer reformas penales indiscriminadas y de cara a la galería, que finalmente conducen a aplicar estas penas a cada vez más personas y más delitos? Cualquier pena que supere los 20 años debería ser muy excepcional, como es norma en países de nuestro entorno”.
Estas declaraciones son una muestra más del alto nivel de ideologización que se da en periodistas, profesores, profesionales presuntamente independientes… Vayamos por partes. Es una obviedad que los delitos de extrema gravedad son pocos, no van a ser la mayoría, éstos son otros. Preguntarse si no tenemos capacidad para controlar a delincuentes peligrosos por medios de vigilancia, dispositivos electrónicos… parece que cuanto más peligroso sea el sujeto mejor está entre rejas, allí tiene más difícil delinquir, en la calle más fácil, pero se le hace duro a Díez Ripollés reconocerlo, es más progre cualquier otra alternativa que la cárcel. Aunque le pueda costar la vida a alguien. Así de claro.
Más. Las reformas penales no son indiscriminadas, están perfectamente discriminadas por tipos penales, tasados. ¿Y de cara a la galería? Toda reforma penal es de cara a la sociedad, que no a la galería, lo que usted declara también sería de cara a la galería, ¿no? Y es falso de todo punto que estas penas se apliquen cada vez a más y más personas y más delitos. No. Dependerá de si los ilícitos penales van en aumento o no, si hay muchos asesinos en serie pues sí, por ejemplo, en otro caso pues no.
Por último, tan excepcional debe ser la aplicación de penas superiores a los 20 años como los delitos de extrema gravedad cometidos, ni más ni menos. ¡Qué trabajo les cuesta a algunos intelectuales combatir con fortaleza al delincuente! Cuestión de estética política.