Un caso polémico es el de la sentencia contra María, en Pontevedra, que por dos bofetadas que le dio a su hijo, de 11 años, porque se negó a ducharse, no puede acercarse a 200 metros de él. El juez dice que el castigo no entra en el “derecho de corrección”, debe creer que solo la palabra basta con todos los hijos, lo que no es verdad. Ella ahora pide perdón y se siente arrepentida. Pero la pregunta es:¿tan grave es corregir físicamente, sin ninguna clase de lesiones y con mesura, a un hijo cuando se le quiere reconducir para su bien?
Algunos imaginan otra sociedad que no es esta en la que vivimos, dando así lugar a niños criados sin la menor sujeción a sus padres, lo que después pagará cualquiera de nosotros en la calle. No se trata de defender, ni muchísimo menos, la violencia, sino el sentido común, que es el que todavía rige para millones de españoles.