La ONU, como si no tuviera que ocuparse de su casa, se mete en la de los demás, caso de España. Y un llamado relator -figura tan de moda por cómo los quieren los golpistas catalanes- se dedica a predicar durante una visita a nuestro país que deben regularse los alquileres en las grandes ciudades, y denuncia la desigualdad social y, para más puntería partidista, apunta a las políticas del PP y dice que “han gobernado para los ricos olvidando a los pobres”. El caradura se llama Philip Alstom, bueno es que se sepa su nombre, quien tiene sueldo de rico y no se lo da a los pobre pero quiere que los demás sí lo hagan.
La ONU no tiene ninguna competencia sobre cuestiones de soberanía nacional española y conocida como es esta organización internacional, en la que se medra todo lo que se puede y más con fondos de los países miembros, sería más ajustado al derecho que combatiera la corrupción en su seno y sirviera de verdad a la causa de la paz y no tanto a sus propios intereses de burocracia internacional. Ahora hemos sabido que la Generalidad de Cataluña pagó a la comisión de la ONU que pidió liberar a los presos 150.000 euros, y así el grupo de trabajo correspondiente tachó el encarcelamiento de los golpistas como de “arbitrario”. Corruptos y amigos de los que se saltan la ley se llama esto.