Pese a la trascendencia de las elecciones generales del próximo domingo, la campaña electoral transcurre con gran sosiego, a diferencia de otras convocatorias, mucho más crispadas, si exceptuamos el debate del lunes entre Rajoy y Sánchez.
El terrorismo hace lo que sabe, matar; el separatismo catalán aguarda agazapado un error del Gobierno; y, por lo demás, otros casos de corrupción afloran a la opinión pública. Nada nuevo bajo el sol de España. Y eso que esta es la segunda ocasión en que se asiste a un reparto del poder en la España democrática, tras aquel de la Constitución de 1978.
El carrusel de los políticos en campaña se dio cita el pasado viernes en el hotel NH en la celebración del correspondiente foro. Candidatos de todos los partidos –quizá con las excepciones de IU y Podemos, menos visibles- aprovechaban para saludarse y gastar bromas entre las prisas por marchar al próximo acto.
Dos consejeros se quedaban cómodamente instalados en los sofás del hotel, José Sánchez Maldonado y Adelaida de la Calle. Sus más íntimos colaboradores y sus seguidores de acá los agasajaban. Entre ellos, José Manuel Gómez Ángulo, íntimo del consejero de Empleo y otrora senador del PP y parlamentario andaluz.