Cuando se pone serio el presidente Sánchez y no admite en el Congreso alguna crítica, que no vienen naturalmente de la extrema izquierda, gracias a la cual gobierna, pareciera que se convierte en el paladín de los buenos modales y el moderantismo verbal. Pero solo es un espejismo. Recuérdese que cuando Sánchez compareció frente a Rajoy en el debate electoral de 2015 y, ante la estupefacción del moderador, le espetó a su adversario: «El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente y usted no lo es». Por supuesto, no dijo por qué. Él sí es decente.