La pregunta que se hacen muchos ciudadanos a estas alturas de un prolongado gobierno en funciones, es si el CNI no encuentra nada sobre los enemigos de la democracia española, o si ya lo ha encontrado y no usa este material -más allá de las imágenes de Podemos, Bildu y las CUP tomando el avión presidencial de Maduro en Barajas en diciembre de 2014-, o si es que tiene órdenes expresas de la vicepresidenta Santamaría de guardarlo todo en un cajón. Porque lo cierto es que los sucesivos casos de corrupción del PP -unos probados y otros en vía de demostrarse o no- producen la impresión de que los investigados son ellos y nada más que ellos. Pero ¿y las investigaciones de jueces y fiscales, Policía y Guardia Civil y el propio CNI sobre aquellos que quieren volver del revés este país? Ya en su día, el 11 de marzo de 2004, algunos elementos de algunos servicios del Estado parece que reportaban más y mejor a otras instancias distintas al Gobierno de la nación en el mayor atentado terrorista que haya vivido España en su historia, según han acusado muchos analistas de la política nacional. Entonces se habló de un golpe para evitar la victoria electoral del PP, ahora para que no gobierne. En otro país sería impensable, en este todo es posible.
Así las cosas, parece que el PP es el chico gordito al que todos pegan en el patio del colegio, sabedores de que el buenismo que le caracteriza -porque piensa que defenderse es poco menos que provocar-, garantiza la gratuidad del daño. Claro, después hasta un joven le pega un puñetazo al presidente y un gracioso engaña a la telefonista de Moncloa y pasa a hablar con el susodicho, o hasta le declaran persona no grata en la Pontevedra en la que se crió.