Lo que sucede en España no había pasado jamás. El partido que gana las elecciones no se presenta a la investidura, el que le sigue no alcanza los votos necesarios; el Gobierno en funciones no acude al Congreso y el presidente de éste lo lleva al Constitucional… es solo una muestra del grado de postración institucional en el que vivimos.
Mariano Rajoy dice, orgulloso, que él no se rendirá jamás. Le van a dar palos hasta en el paladar. No ha tenido la generosidad de apartarse del camino y que sea otro hombre o mujer de su partido el que pudiera ocupar la presidencia del Gobierno, yo o el caos, debe pensar. No sabe que está muerto y hace como que vive. Pero quien es un vivo es Pedro Sánchez, le va la vida política en ello y, por eso, está dispuesto a vender su alma al diablo, aunque se llame Iglesias. Y de éste ¿qué decir? Fulmina a los rivales de su mismo partido a la mejor usanza estalinista, mientras la UDEF presenta las supuestas pruebas de su financiación ilegal. ¡Qué tropa hemos votado! Señor, perdónanos.