En este país somos tan buenos que lo que hacen los demás, o no hacen, nos parece perfecto, pero lo que hacemos nosotros siempre estará muy mal.
Nos referimos, después del atentado de Niza, pero igual podríamos decir de antes, al problema de los refugiados. ¿Por qué los países musulmanes no acogen masivamente a los refugiados que huyen de la guerra de Irak y Siria y a cualesquiera otros de su misma religión?, ¿dónde está la solidaridad de los petrodólares y de los fieles de las mezquitas ante esta avalancha de personas aterrorizadas por la guerra?, ¿fomentan algunos de estos países la emigración a la decrépita Europa porque nuestro mal es su bien?, son algunas preguntas que debemos hacernos.
La democracia no es un sistema que tenga que ir acompañado de la estupidez humana, sino todo lo contrario. Nuestro aprecio por la libertad también tiene que ver con la verdad, aunque les duela a los que no la conocen.