El sacrificio, con el consiguiente degaste, que ha realizado la Gestora del PSOE enfrentándose a una parte incierta del partido, además de resolver un asunto pendiente de éste representa una importante contribución a la gobernabilidad de España, beneficie ahora al PP como si se beneficiara a cualquier otro partido. Todo lo demás es cainismo, cerrazón y derivadas de la demonización que se viene practicando desde hace años con el centroderecha español.
PSOE enfrentará ahora unos tiempos de definición, debate interno y elección de líderes que deben enderezar el estado comatoso que aqueja a esta formación centenaria que tanto ha hecho por España a lo largo de los años -reconversión industrial, asentamiento de España en OTAN, lucha a muerte contra el terrorismo en todos los frentes…-, aunque también haya cometido desafueros, en la República, principalmente, y mucho después.
Es de esperar que la etapa de Pedro Sánchez se quede en un mal recuerdo, mucho peor que el de Rodríguez Zapatero, que creímos en su momento como insuperable. De la suerte de PSOE depende la estabilidad de España porque todavía es un partido nacional. PP solo no podría afrontar la que se avecina.