El PP ha superado, tal y como se preveía y sin sorpresas, su XVIII Congreso nacional. Sin grandes ideas y con el reforzamiento de su presidente, Mariano Rajoy, se han dado tímidos pasos de democracia interna y de participación de los afiliados, aunque sin llegar a establecerse primarias y sin que se resuelva la espinosa cuestión de la incompatibilidad de los cargos institucionales y orgánicos. Precisamente aquí, solo por 25 votos se resolvió no aplicar esa incompatibilidad. Detrás de la enmienda presentada y dirigida contra María Dolores de Cospedal estaba Javier Arenas, que ya había demostrado su fuerza en Málaga con su presencia y la de un nutrido grupo de miembros del Gobierno, como la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría o la ministra de Trabajo Fátima Bañez. Pero al final, aunque fuera por la mínima, Arenas perdió, pese a que sigue conservando su poder en la dirección de los populares. No obstante lo anterior, y ante la evidente desunión interna de PSOE y Podemos, el PP ha exhibido una imagen de unidad que sabrá apreciar su electorado.
