“La torre del Puerto salva un nuevo obstáculo, el segundo tras la reciente aprobación de la Delimitación de Espacios y Usos Portuarios (Deup) por parte del Ministerio de Fomento, en su carrera para llegar a ser una realidad. La Delegación de Medio Ambiente aprobó ayer por la vía rápida el trámite ambiental para el solar del dique de Levante que está destinado a albergar el hotel de cinco estrellas. Acto seguido, el expediente se remitió a la Gerencia de Urbanismo, que ahora tendrá que adaptar el Plan Especial del Puerto para permitir el uso turístico”. Hasta aquí la noticia aparecida en el periódico SUR días pasados. Es notorio el crecimiento de la oferta hotelera de esta ciudad en los últimos años, coincidente con el progreso turístico de la misma y en línea con el creciente aumento de incentivos que hagan la visita a la urbe más plena de contenidos culturales, artísticos y lúdicos. Además, están las playas, aunque estas dejen aún mucho que desear. Al renacimiento del Miramar se une ahora, en la oferta de establecimientos de lujo, esta torre, que, semejante a la de Barcelona, dará esbeltez, siempre que se cumplan los imperativos de medio ambiente y protección del paisaje, al puerto de Málaga, por tanto tiempo preterido e ignorado, manteniendo a la ciudad de espaldas al mar y a su Puerto. Ahora de están corrigiendo los errores ancestrales tanto en esta faceta como en la de hacer de “Málaga la bella” una ciudad que pasa a ser un centro de interés turístico de primer orden, cuando antes estaba fuera de tal tipificación, mientras muchas de las ciudades de nuestra costa merecían esa calificación. Podemos aplicar aquí el refrán de que “nunca es tarde si la dicha es buena”.  Richerdios