El juicio a los responsables del procés arranca con el mundo mirando a España. El verdadero proceso es el desarrollo judicial que vamos a vivir en los próximos meses. Las miradas del exterior carecen de importancia si las comparamos con la de todos los españoles, pues la población de este país espera que la Justicia esté a la altura de una democracia con casi medio siglo de vida. La teatralidad y el espectáculo aportados desde Cataluña no han tenido nunca intención de ayudar en la evolución de esta historia. Las fugas a Bélgica, las entrevistas en televisiones de otros países, los lazos amarillos y otras extravagancias no son comparables a la seriedad del juicio más importante de la democracia española. Los actos tienen consecuencias y demasiadas personas pensaban que este día no llegaría.

La gran cobertura existente no deberá nunca convertirse en una cortina de humo para que este proceso judicial se convierta en un espectáculo, pues bastante tenemos con que la política en este país tenga momentos que carecen de la disciplina y la formalidad que implica dirigir el rumbo de un país. Los jueces son más que conscientes de que se enfrentan a una tarea dura y exigente, pues ya hay quien se ha puesto la venda en los ojos diciendo que el juicio no va a ser justo. Personas que desconfían de la Justicia, pero no de los políticos que fueron a la cárcel por incumplir con la Constitución de su país. Basta de bromas.