Ventaja sobre el cáncer
Estamos asistiendo a una nueva polémica agitada por el partido de Pablo Iglesias. Está molesto por las donaciones que la Fundación de Amancio Ortega está realizando a la sanidad pública. Podemos las califica como “limosna de millonario”. Fundamentalmente, critica el hecho de que la textil use mano de obra barata en países del Tercer Mundo. El argumento es lícito, qué duda cabe. Pero si lo utilizamos en el contexto inadecuado, no es más que pura demagogia. Piensen un poco. Adquirimos a diario productos ‘low cost’ chinos fabricados en condiciones laborales detestables y cuyos trabajadores perciben salarios bajísimos. Gracias a este binomio fatídico, los europeos nos sumergimos en un consumismo atroz sin preocuparnos, por ejemplo, de su falta de trazabilidad y seguridad.
Expresémoslo de otro modo, ¿qué ganamos poniendo el foco sobre Zara cuando todos sabemos que las multinacionales occidentales llevan años deslocalizando producción fuera de Europa y Estados Unidos? ¿Qué sentido tiene lanzar piedras sobre el que triunfa, sobre el que prospera y crea riqueza? Se trata de un mal endémico, asociado a la mayor lacra de la tradición española: la envidia.
Amancio Ortega es uno de los hombres más ricos del mundo. Nadie lo niega. Su holding textil factura miles de millones. Sin embargo, ¿ustedes recuerdan alguna empresa del IBEX 35 que haya realizado donaciones de mención en los últimos años y tan necesarias? Hagan memoria. El fundador de Inditex podría haber construido un museo para mitigar su carga fiscal, haber donado obras el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía, al Guggenheim, o incluso haber erigido algún edificio singular para mayor gloria. Realmente, no. No ha hecho nada de eso. Ha detectado una necesidad urgente e imperiosa en la sociedad civil. A continuación, la fundación que preside se ha puesto en contacto directamente con los hospitales y les ha preguntado: ¿qué necesitan para luchar contra el cáncer?, ¿cuáles son las mejores máquinas de detección y tratamiento? Lejos de tomar una postura unilateral, la institución ha escuchado con atención a cada comunidad autónoma y también a los distintos equipos oncológicos de cada complejo sanitario. Es el caso del Hospital Meixoeiro en Vigo, cuyas instalaciones han recibido uno de los mejores equipos del mundo, procedente de Palo Alto en California. Se trata de un acelerador lineal de electrones diseñado para radiar los tumores mejor camuflados, los más peligrosos. Su coste ronda los dos millones de euros, una cifra que la sanidad pública no puede permitirse en estos momentos.
La realidad es la que es. A nivel mundial, los casos de cáncer han aumentado un 28 por ciento en los últimos seis años. Y esta tendencia no tiene visos de aminorarse sino todo lo contrario. La mayor longevidad y unos hábitos de vida cuestionables, están detrás de tal repunte. En España, el avance, desde 2013, ha sido del 12 por cierto. Y en las mujeres la incidencia ha sido el doble que en los hombres.
Dicho esto, pongamos el acento sobre la cuestión fundamental. Una persona aquejada de un tumor maligno se aferra a la vida con todas sus fuerzas, lucha por vencer la enfermedad. Lo que más desea en el mundo es recuperarse. Reduzcamos la precariedad laboral, la pobreza en el mundo e impulsemos la igualdad, pero no pongamos palos en la rueda cuando nos enfrentemos a este mal. La carrera para aventajar al cáncer es una prueba en la que nos jugamos demasiado.