Hay oportunidades únicas que se deben perder, trenes que hay que coger, y ocasiones en que uno debe salir de su zona de confort. Con el tren litoral sucede un poco lo mismo. Se ambiciona, se reivindica pero nadie se compromete ni apuesta por él. Y, al final, todo queda en papel mojado o, como diría otro buen vecino, en agua de borrajas. Mucha agua y mayor desinterés por un proyecto clave para la vertebración del territorio y de la propia Costa del Sol. Pero hay algo claro. Marbella es la única ciudad española con más de 100.000 habitantes que carece de conexión ferroviaria respecto a otras poblaciones. Y su contribución al turismo de alta calidad y al sector residencial es enorme y está fuera de toda duda. ¿Por qué, entonces, continúa su ostracismo a nivel de comunicaciones?, ¿qué impide conectarla con el corredor del Mediterráneo y con el resto de Andalucía? Se da una curiosa paradoja en este asunto. Todos -políticos, Administraciones, formaciones políticas- afirman comprender esta necesidad, incluso se afanan en adherirse. No en vano, el tren litoral ha sido utilizado recurrentemente como armamento electoral. Sin embargo, nunca llega a materializarse. Y parece que todo el trasfondo son las altas inversiones necesarias, que desaniman al político más abnegado.
Los nuevos presupuestos que Sánchez sacará adelante dan un nuevo varapalo al tren para conectar Marbella con Málaga y Estepona. En realidad, apenas si hay financiación. Únicamente, unos miles de euros para realizar un estudio que confirme lo que todos ya saben: la certeza de una vertebración ferroviaria. Para no herir sensibilidades más allá de lo razonable, una partida se ha volcado en acelerar la conexión por ferrocarril entre Algeciras y Bobadilla, uno de los hitos esenciales del denominado ‘Corredor Mediterráneo’. Los políticos continúan escurriendo el bulto insistiendo en que el tren hasta Marbella se encuentra “sobre la mesa” sin poder aclarar en qué punto se encuentra. Lo más llamativo es que, acto seguido, el secretario general del Ministerio de Fomento, Julián López Milla, indicaba durante su última visita a Málaga que aún “no se ha tomado una decisión”. Existe, de hecho, una Plataforma por el Tren Litoral que ha criticado en repetidas ocasiones la pasividad del PSOE sobre el tema. Precisamente, la formación de Pedro Sánchez fue muy beligerante cuando estuvo en la oposición con Mariano Rajoy cono presidente. Por aquel entonces, instó al Ejecutivo a elevar los 6,5 millones destinados a iniciar el proyecto. De todo aquello, nadie se acuerda y solo quedan 140.000 euros que se incluyen en los últimos presupuestos.
El presidente de la Diputación Provincial de Málaga, Francisco Salado, pidió hace unos meses más altura de miras a las Administraciones y no convertir el tren litoral en una patata caliente que evite cada gobierno de turno. Salado fue coherente y bienintencionado. Claro, que tampoco tiene mucho que decir sobre un asunto en el que se mueven cantidades astronómicas, y donde Madrid tiene voz y voto. Sí llevaba razón al defender al anterior ministro, Iñigo de la Serna, quien había planteado unas alternativas de trazado convincentes y un calendario más realista.