Ser jubilado hoy día no es cosa fácil. Ni siquiera sabiendo que han entregado a la sociedad hasta el último hálito. Tampoco sus más valiosos hobbies les proporcionan consuelo. Frisando los cincuenta, imaginaban un retiro dorado reconfortado por la compañía de sus nietos. Nada más lejos de la realidad porque su mochila pesa, y mucho. Al recorte de las pensiones, hay que sumar su papel como segundos padres de sus nietos, sostén familiar en tiempos de crisis y, por si esto fuera poco, con el temor de perder sus vacaciones.
Hay una guerra empresarial por llevarse el gato al agua. Los viajes del Imserso no son una bicoca, claro está. Sin embargo, permiten compensar el vacío que deja la temporada baja para las cuentas de hoteles, empresas turísticas y de transporte. Tras el recurso interpuesto por la UTE Mundosenior-Globalia (Halcón Viajes) y Viajes Barceló (fuera de la anterior adjudicación), los tribunales han paralizado la contratación de cualquier paquete, dejando las vacaciones de la Tercera Edad en el aire. En este contexto, nadie sabe cuándo se activarán las primeras reservas. Y los jubilados no paran de mirar el buzón buscando su anhelada carta. Hay nervios, pero también desazón porque al final quien pierde son nuestros mayores. Es lamentable que esta guerra, que nadie quiere perder, haya estallado justo al inicio de la temporada. No seamos ingenuos. Todos los implicados tienen su parte de razón, pero también de culpa. Parece ser que ha habido un cúmulo de despropósitos.
Si hacemos balance, nos encontramos con la dimisión, el pasado enero, de la anterior directora general del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) Carmen Orte, su sustitución por Manuel Martínez Domene y el retraso en elaborar nuevos pliegos que respondieran a las demandas de los hoteleros. La patronal exigía un mínimo de 27 euros por persona y día frente a los 22 que el Gobierno venía abonando.
Con este conflicto en ciernes, y sin verlas venir, los hoteleros asistieron con pavor al recurso interpuesto por Halcón Viajes y Viajes Barceló que suponía -de facto- empantanar este producto en los tribunales. Recientemente, la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) presentaba un recurso contencioso-administrativo contra la anterior resolución del Tribunal Central e insistían en que “no paraliza la actual marcha del programa”.
De cualquier modo, y con la nueva temporada a la vuelta de la esquina, ¿no hubiera sido más sensato dejar las cosas como estaban y retomar las negociaciones más adelante? Todo parece indicar lo contrario, pues cada uno arrima el ascua a su sardina. Lo peor de todo es que la dilación judicial puede arruinar la temporada. Y si el Gobierno no lo remedia muchos hoteles echarán el cierre y miles de trabajadores se quedarán sin trabajo. Nadie escapará pues las compañías turísticas también sufrirán el golpe en sus cuentas.