Un cocinero debe serlo… y parecerlo. Ha de tener buenas ideas, crear nuevos platos y, naturalmente, cocinar bien. No obstante, también se le exige que vista impecable, sea limpio y prodigue la buena atención. Si lo extrapolamos a la ciudad de Málaga, como destino turístico consolidado, no solo debe serlo sino parecerlo. Tiene números suficientes. Esto es: una oferta hotelera y de restauración impecable, decenas de museos, un centro peatonal que es la envidia de muchas ciudades, un clima delicioso todo el año, un puerto moderno y excelentes comunicaciones. Y un sinfín de atributos más. Con todo, la urbe presenta todavía ciertos déficits.
Como decíamos, es un destino con gran potencial y mucho futuro. Por este motivo, la ciudad ‘debe también parecerlo’. En otras palabras, sus virtudes deben ser homogéneas y no flaquear en áreas críticas. ¿A cuáles me refiero? Evidentemente al turismo de compras, una asignatura donde Málaga suspende y con baja nota.
La directora de Ipso Ratio, consultora especializada en retail&textil, Begoña Pascual, afirmaba sin tapujos que el turismo de shopping que “tenemos en la ciudad es cero”. Lamentaba que no hubiera una oferta basada en grandes firmas internacionales, ni siquiera de productos andaluces o españoles con sello artesanal. En su opinión, calle Larios estaba saturada por franquicias y el destino carecía de una oferta “adaptada a un visitante de calidad”. Por tamaño y dimensión internacional, Málaga tenía mucho camino que recorrer. Lejos de San Sebastián, Madrid o Barcelona u otras ciudades con mucha menos población, presentaba un hándicap que nadie había resuelto.
Algo cambiará tras la apertura del complejo McArthurGlen Designer Outlet Málaga. Sin embargo, la propuesta de lujo de Plaza Mayor no deja de ser un centro discount centrado en oportunidades. Por otro lado, está alejado de los cruceristas y del turismo que realmente visita la ciudad.
Oporto, una ciudad muy parecida en tamaño, posee oferta de shopping premium capaz de ruborizar al retail malagueño. Los expertos critican la desidia de la administración y la falta de perspectiva de la inversión privada que no acaban de ver su rentabilidad y valor añadido. Al turista de cierto poder adquisitivo, le gusta descubrir un destino yendo de compras. Y la oferta textil y de lencería que proponen las calles más top no está a la altura. Lo dicho, una gran capital que está de moda no solo debe serlo sino parecerlo.