El consistorio malagueño acaba de aprobar una moción para postergar el proyecto de tranvía al Hospital Civil y dar preferencia a la ampliación de la línea de metro hasta el Parque Tecnológico. No es que vaya a criticar la decisión, que estará fundada en criterios económicos o de preferencia de los usuarios. Lo que quiero reseñar es mi añoranza por los tranvías de la ciudad, aquellos que conocí cuando llegué a ella en el 57, y que fueron suprimidos a los pocos años. Ya hablé en otra entrega de mi preferencia por el tren, y también la tengo por este medio de transporte, que es más limpio y ecológico que el autobús y más atractivo y romántico, al menos en mi sentir. En aquella época de mi arribada había líneas por todo el centro de la ciudad y otra que llegaba hasta El Palo. Está claro que ahora una línea como esta última sería imposible de instalar por falta de espacio para las vías, dado el intenso tráfico por el Paseo Marítimo Ruiz Picasso y las avenidas interiores como Paseo Reding, Pintor Sorolla y Juan Sebastián Elcano; y tampoco sería muy cómodo colocar vías por el centro de la urbe, que, aunque no está colapsado como en otros lugares, sí tiene una densidad de tráfico importante. Lo cierto es que ciudades de España (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao…) y de Europa (Budapest, Viena, Praga, San Petersburgo, Ginebra, Lisboa…) tienen líneas de tranvía muy útiles y estéticas. Lamentablemente aquí no parece ser viable.
Richerdios