En unos días tendremos de nuevo aquí la Semana Santa con sus procesiones, su algarabía y las aglomeraciones de tráfico y de personas. Recuerdo que fue en el año 57 cuando llegué a esta ciudad precisamente por estas fechas. En los sucesivos años presencié todos los desfiles procesionales. Después ya no me acerqué más que cuando venía algún invitado foráneo o me citaba con algún amigo local para ir puntualmente a ver alguna de las procesiones. Pero lo que querría destacar hoy aquí es una afirmación que se hace con mucha frecuencia desde fuera de Andalucía. Y es que en esta región la Semana Santa se vive de otra manera: con menos recogimiento y como si fuera una fiesta profana. No estoy de acuerdo con esas aserciones de mis coterráneos, sobre todo castellanos. Cierto es que allí hay un silencio sepulcral durante el desfile de los pasos. Aquí solo en los Servitas y el Sepulcro, pero eso no significa que haya menos devoción y sentido religioso por parte de la mayoría. La explicación está en el diferente carácter de unos y otros. Los andaluces, y yo me siento en gran parte uno de ellos por el largo tiempo que llevo viviendo aquí, son más extravertidos y explicitan de otra forma más alegre y desenfadada su religiosidad o su participación en las manifestaciones procesionales. No hay que dar una explicación más compleja al hecho.

Richerdios.