Hace unos días unos seguidores de PSV Eindhoven, de Holanda, humillaron públicamente, en la Plaza Mayor de Madrid, a unas mendigas rumanas, a las que, como a perros, tiraron monedas de escaso valor y hasta trozos de pan para que se disputasen el irrisorio botín. Escribo desde la más profunda irritación y enfado por el hecho, al que no se puede ser ajeno ni quedarse en la simple constatación si se es persona cabal. Mi desprecio más absoluto por este comportamiento, más que xenófobo constitutivo de un delito tipificado como humillación a unos seres humanos, que además están marginados socialmente por su precariedad económica. El resto de los que había por allí, salvo alguna restringida excepción, se limitaron a contemplar el hecho sin manifestar su disgusto ni su enojo, ni al parecer, si es que estaba presente o cercana, intervino la policía. Por la tarde, tras el partido de fútbol, sí detuvieron a otros seguidores por altercados; pero esa es otra historia. Lo de estas mujeres, a las que en el video que alguien tomó, se las ve desastradas y menesterosas, es un hecho que demuestra que hay individuos sin problemas económicos que se comportan con los humildes de esta guisa. Así no es de extrañar que la insolidaridad con los que sufren sea cada vez más frecuente entre los privilegiados y estemos abocados a una situación de desigualdad creciente e insolidaria.
Richerdios.