Tras la cogida y muerte del torero Víctor Barrio en la feria de Teruel se han sucedido una serie de tuits a cada cual más agresivo contra el matador y su fallecimiento. Independientemente de que a uno le gusten o no las corridas, e incluso si se considera como una salvajada el matar a los animales en la plaza, esos mensajes son obra de descerebrados, o, como dice Fernando Savater, de sociópatas. No es admisible que se digan cosas tan afrentosas y agresivas como las que allí se escriben. Sin embargo, la inmensa mayoría de juristas opinan que el intento de la fiscalía general del Estado de perseguirlos como delitos no va a prosperar, porque, incluso en los más agresivos, no existe lo que se condena en el código penal en estos casos como delito de opinión y que son sobre todo, pero no solo, la apología del terrorismo y la xenofobia. En caso de ser admitidos como delitos, los del torero y muchos otros, las cárceles se llenarían solo con las condenas consiguientes. Pero no es ese el motivo por el que no se va a perseguir a dichos descerebrados, sino porque los delitos de opinión están circunscritos, como hemos apuntado, a unos pocos casos y los del torero no vienen allí incluidos. Otra cosa es que la viuda, pues él ya no puede, presente demandas civiles por agresión al honor, o algo semejante, y pida compensaciones dinerarias que sí podrían llegar a buen fin. Al final todo se reduce a una cuestión económica; como siempre.
Richerdios.