Aunque muchos empresarios no lo sepan, los mayores cambios que se operan en las empresas son de orden cultural. En 1996, el 87 por ciento de los expertos consultados por la Fundación Cotec para la Innovación consideraba como un problema muy importante la escasa valoración de los empresarios españoles de la I+D+i como factor clave de competitividad. El año pasado ese porcentaje era de casi 30 puntos menos, un gran avance se había experimentado.
La inversión en I+D+i siguió una tendencia creciente hasta 2009, a un ritmo superior a los países de la UE. Pero a partir de ese año, conviene decirlo, vino un periodo de decrecimiento que nos aleja, otra vez, del entorno europeo. Los últimos datos disponibles son de 2013 y ahora la brecha con Europa es tan ancha como en 2003, una década perdida, nada más y nada menos.
Hay que tener en cuenta que en España hay algo más de tres millones de pymes y de ellas solo 9.663, según datos de Cotec, hacen I+D. Pero parece que es un hecho que el interés tiene que ver con el tamaño de las empresas y que la productividad por persona empleada es menor cuanto menor es el tamaño de la empresa, por lo que es necesario que el tamaño de nuestras pymes aumente.
En cambio, los ciudadanos son más proclives a la adopción de innovaciones y así España está entre los primeros países del mundo en uso de cajeros electrónicos, tarjetas de crédito, banda ancha, banca electrónica, smartphones y redes sociales. Solo hay un campo en el que los ciudadanos y los hogares vamos con algo más de retraso, el comercio electrónico.
La innovación en el mundo empresarial es esencial para su desarrollo y tomar conciencia de esto puede decidir la continuidad o no en el mercado de todos los negocios que conocemos.