Las inteligencias. Carlos Ramírez Sánchez-Maroto. Director General AFA-Andalucía. Doctor en Derecho Ambiental. Revisor Experto de la ONU - El Sol Digital
Las inteligencias. Carlos Ramírez Sánchez-Maroto. Director General AFA-Andalucía. Doctor en Derecho Ambiental. Revisor Experto de la ONU

Las inteligencias. Carlos Ramírez Sánchez-Maroto. Director General AFA-Andalucía. Doctor en Derecho Ambiental. Revisor Experto de la ONU

El título completo de la primera edición fue On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life —El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida—. En su sexta edición de 1872, el título fue cambiado a uno más corto The Origin of Species —El origen de las especies—. El libro de Darwin introdujo la teoría científica de que las poblaciones evolucionan durante el transcurso de las generaciones mediante un proceso conocido como selección natural.

El libro fue escrito para lectores no especializados, y suscitó un gran interés a partir de su publicación. Sus conclusiones fueron tomadas en serio y las pruebas que presentaba generaron un debate científico, filosófico y religioso. El debate sobre el libro contribuyó a la campaña de Thomas Huxley y sus compañeros del X Club para secularizar la ciencia, promoviendo el naturalismo científico. Sin embargo, hasta la lectura del ensayo de Thomas Malthus sobre el principio de la población, Darwin no dio con un marco teórico que considerase adecuado para hilar la argumentación de su obra.

El principal estudio de Malthus fue el Ensayo sobre el principio de la población (1798), en el que afirmaba que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos solo aumentan en progresión aritmética, por lo que la población se encuentra siempre limitada por los medios de subsistencia, «El poder de la población es indefinidamente más grande que el poder de la tierra para garantizar la subsistencia del hombre«.​

Inglaterra a finales del siglo XVIII presentaba gran crecimiento demográfico, 5 millones en 1700 y de 9,2 millones en 1801, causado, por la revolución industrial y problemas en la producción de alimentos, motivados por los vallados de los open fields, la subida de precios y la existencia de las leyes de pobres inglesas.

Cuando, en 1859, se publicó El origen de las especies, el científico ingles Galton se sirvió de la teoría de la selección natural para argumentar que las personas eminentes habían sido dotadas de una biología superior. El antropólogo fue el impulsor de la expresión nature and nurture (“naturaleza y cultura”) y de la eugenesia, el plan para minimizar la reproducción de los seres humanos que él consideraba “biológicamente inferiores”.

El movimiento del “racismo científico” había empezado cuando Samuel G. Morton (1799-1851) declaró que podía determinar la capacidad intelectual de una raza según el tamaño del cráneo. Cuanto más grande, más inteligente. Morton pretendía demostrar que el grupo racial caucásico (alemanes e ingleses, principalmente) era el que tenía el cerebro más grande. Más tarde se supo que había manipulado las investigaciones. En Europa, Paul Broca (1824-80) fue el introductor de las teorías de Morton. Al médico francés se le conoce por haber descubierto el área del cerebro humano que controla las funciones del lenguaje.

El origen de todo ello se remonta a 1883, cuando el polímata británico Francis Galton acuñaba el término eugenesia para designar las prácticas encaminadas a aumentar la calidad genética de la especie humana. Galton pretendió basarse en las teorías de su pariente, Charles Darwin, para proponer que el fomento de la descendencia de las “cepas o razas superiores” lograría producir “hombres de una alta clase”, sin taras genéticas.

Aunque el propio Darwin se había opuesto a esta interpretación de su doctrina evolutiva, las ideas de Galton captaron el interés de buena parte de la comunidad científica, que comenzó a debatir la posibilidad de promocionar diversas técnicas para mejorar el repertorio genético de la población humana como una contribución al bien común. De hecho, “algunos aspectos de la eugenesia estuvieron fuertemente vinculados a movimientos progresistas y de izquierdas”, señala a OpenMind la epidemióloga e investigadora de la eugenesia Nicole Novak, de la Universidad de Iowa (EEUU).

El eugenista Henry Goddard introdujo los test de inteligencia en la isla de Ellis, en el puerto de Nueva York, para impedir la entrada de inmigrantes que encajaran en lo que él calificaba de “debilidad mental”.

En 1924 se aprobó el Acta de Inmigración, que condujo a un aumento de las deportaciones, y algunos estados permitieron la esterilización forzosa no solo de “débiles mentales”, sino también de personas con patologías psiquiátricas o incluso pobres. Una de las conclusiones extraídas con los test fue que los inmigrantes que habían llegado recientemente a Estados Unidos procedentes de Europa puntuaban menos que las primeras olas inmigratorias.

Así, no era raro encontrar entonces entre los promotores de la eugenesia a intelectuales progresistas como el dramaturgo irlandés George Bernard Shaw o el biólogo y escritor socialista H. G. Wells. Prominentes políticos como Theodore Roosevelt o Winston Churchill fueron también defensores de esta causa. Sin embargo, la eugenesia tuvo dos caras, o dos versiones. La denominada “positiva” buscaba potenciar la salud a través de la higiene, el ejercicio, la nutrición adecuada y la sanidad sexual.

Sin embargo, no todas las medidas inspiradas por la eugenesia positiva eran tan benignas: bajo la ley de eugenesia de California, aprobada por primera vez en 1909, cualquier persona internada en una institución estatal podía ser esterilizada. Las políticas eugenésicas fueron formadas por arraigadas jerarquías de raza, clase, género y capacidad.

Sin embargo, la neurociencia nos demuestra que nuestro cerebro no es un órgano inmutable, sino que se va reconfigurando a lo largo de toda la vida, en función del entorno y de nuestras experiencias. Así pues, el grado de inteligencia depende también de nosotros, porque para trabajarla hace falta curiosidad, deseo de aprender y perseverancia.

A principios del siglo XX, el psicólogo francés Alfred Binet (1857-1911) volvió a abordar el tema de la medición de la inteligencia, pero esta vez utilizando métodos psicológicos. El test de predicción del rendimiento escolar de Binet fue la base para el desarrollo de sucesivos test de inteligencia, y su método de puntuación sirvió para la valoración del cociente intelectual (CI), una expresión que fue empleada por primera vez por el psicólogo alemán William Stern (1871-1938).

En la actualidad, somos más capaces de utilizar la abstracción, la lógica y las hipótesis para afrontar los problemas formales que se plantean cuando la ciencia libera nuestro pensamiento de lo concreto.

La estadounidense Siri Hustvedt, premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 y autora de una vasta obra con un buen número de novelas, pero también ensayos, como el que acaba de publicar, Los espejismos de la certeza (Seix Barral/Edicions 62), explora el funcionamiento de la mente humana desde las grandes corrientes filosóficas y los últimos avances de la neurología, la genética, la psiquiatría o la inteligencia artificial. Nos relata que lamentablemente, aún hay autores que hacen creer a la gente que los genes determinan muchísimo, lo que desmienten los experimentos realizados con gemelos. La eugenesia tiene que ver con la idea del gen egoísta, como si fueran los genes lo importante. Esta línea de pensamiento está muy viva y los peligros son reales.

El científico Antonio Damasio nos presenta en su libro En busca de Spinoza una teoría acerca de qué son las emociones y sus procesos neurológicos fundamentales. Damasio presenta su hipótesis definiendo la emoción como un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. Estas respuestas son producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo emocionalmente competente, y desencadena una emoción y las repuestas automáticas correspondientes.

El objetivo final de estas respuestas es el propiciar que el organismo se oriente a su supervivencia y bienestar. Damasio insiste que los sentimientos son tan mentales como los objetos o acontecimientos que desencadenaron las emociones. Todo esto nos lleva a deducir que los pensamientos que se relacionan con la emoción llegan después de que ésta haya comenzado, es decir, que los sentimientos como, el de tristeza, vienen después de que ésta se haya podido observar en el cuerpo que ya presenta el repertorio de acciones corporales correspondientes a la emoción de tristeza. Sólo después de sentir la emoción, se producen los pensamientos propios de la emoción, como pueden ser, en caso de la tristeza, desesperación, fatiga, disminución de los apetitos, etc.

Los líderes de Google creen todos en el transhumanismo. Es un horror, pues es un movimiento ideológico que propugna el uso de la manipulación genética y la nanotecnología como métodos para mejorar a las personas.

A estas alturas, seguro que todos hemos oído hablar de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner. Gardner, nos habla de la existencia de 8 inteligencias, y su aportación más importante de esta teoría es la afirmación de que todos somos inteligentes, pero cada uno a su manera.

No podemos olvidar que la esencia misma de nuestra materia es desarrollar todas las potencialidades de nuestros alumnos. Incluso hay autores que hablan de una “inteligencia ejecutiva” que conectan directamente con el pensamiento crítico: Inhibir la respuesta, dirigir la atención, ejercer buen control emocional, planificación y organización de la metas, inicio y mantenimiento de la acción, flexibilidad para cambiar de estrategia, memoria adecuada para cada tarea y buen manejo de la metacognición (Marina, 2012).

La fe es «cosa de la inteligencia y de la voluntad» y no «un sentimiento irracional«. La fe es una adhesión personal y por tanto de la inteligencia y de la voluntad a Dios y a lo que Dios nos ha revelado en Cristo. La fe comporta un conocimiento, un pensamiento firme, coherente y libre.

El Cardenal Newman decía que creemos porque nos damos cuenta de que es bueno creer y para eso nos ayuda este estudio de los contenidos de nuestra fe. No hay mejor amigo que Él.

San Agustín nos aseguraba que Este vuestro único Hijoen quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, me redimió con su sangre. Pues no me inquieten los soberbios con sus calumnias, porque reconociendo mi pobreza y necesidad, deseo saciarme de Él entre aquéllos que ya le están comiendo y saciándose de Él, y alaban eternamente al Señor los que le buscan.

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