Una ciudadana informa a El Sol Digital que lleva tres días llamando a la centralita (951038069) de la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía -en el antes llamado Edificio Negro, hoy Blanco-. Por fin, logra informarse de que quien lleva el asunto -la coordinación de charlas a los escolares en empresas u otros centros- es la señorita X -planta 10, 951038004-. La mencionada, tras conseguir hablar con ella, responde que se la llame en una hora. Transcurrido el tiempo marcado por la empleada pública, manifiesta que ella no ha recibido ninguna nota de las gestiones realizadas por la persistente ciudadana e interroga a la misma acerca de cómo conoce este teléfono y su nombre, y añade, para más inri, que “desde luego, no es fácil coordinar estos temas”, y que “todo hay que hacerlo por escrito”, además de que “si sigue insistiendo no le atenderé”, y cuelga el teléfono.

En cualquier Administración Pública que se preciara de su buen nombre, al tener conocimiento de estos hechos se abriría una diligencia informativa para saber lo ocurrido y proceder disciplinariamente en consecuencia, porque no es de recibo que aquellas personas que pagamos todos los ciudadanos se nos revuelvan con malos modos y absoluto desconocimiento de la atención al público. ¿Procederá así la Delegación de Educación?