La presión de las redes sociales sobre el usuario llega al extremo de que si se desinstala una de éstas, da igual que sea Facebook o Twitter, te envían correos electrónicos -porque los tienen, claro- en los que te recuerdan que hace tiempo que no frecuentas la red y que tienes pendientes no se sabe qué tareas. Este tipo de mensajes deberían estar prohibidos por las normas que regulan el funcionamiento de las redes sociales porque violan el derecho del ciudadano a desengancharse de una red y apartarse de su ruido.
Crece el número de personas que optan por salirse del mundo de las redes sociales, asqueados del odio, el mal gusto y la pérdida de tiempo que representa interactuar varias horas al día y, en general, con un bajísimo nivel de criterio y valores.