Hay empresas que disponen de muy buenas condiciones para desarrollar su objeto social y, sin embargo, no responden a lo que se espera de ellas. Es el caso, solo por ejemplo, de la Terraza de La Aduana, en los altos del antiguo Gobierno Civil, el actual Museo Provincial de Málaga. Resulta que con unas vistas privilegiadas a la Alcazaba, si usted toma la carta, no encontrará buena parte de los platos que figuran en ella, aunque le propongan otros que no podrá leer, pero es que si toma la carta de vinos un buen número de referencias tampoco estarán disponibles. No puede ser que se someta al cliente a la prueba de pedir y que no encuentre más que muy buenas palabras, como “lo siento no hay”. Tienen la obligación de actualizar la carta, no marear al cliente y obligarle a leerla de nuevo y así encontrar lo que queda. Mal.  Málaga no se debe permitir este ejemplo.