Algunas entidades financieras, como el BBVA, se las ingenian para que bajo la apariencia de proteger la seguridad de nuestras transferencias el usuario pueda incurrir en gastos. Así, por ejemplo, si éste quiere realizar una transferencia desde su ordenador, a la hora de formalizar dicha transferencia ha de ir desde este ordenador -después de cumplimentar los datos requeridos de beneficiario, importe, etc., que es lo normal- a su aplicación móvil -lo que ya es un fastidio utilizar un dispositivo más-, y aquí en firmas y ficheros firmar; pero como le falle el proceso ha de emprender otro, el llamado del token móvil, que consiste en introducir una contraseña que genera el móvil en el ordenador. Pero el tiempo corre y se puede bloquear este procedimiento y entonces ha de hacer uso de otra nueva vía desde el ordenador, que le envíen una contraseña vía SMS al móvil para introducirla en dicho ordenador y, como tarde un poco pues le ha costado 0,18 euros y tendrá que volverla a repetir con un nuevo coste. De transacciones sencillas y seguras, nada. Muy mal sistema el del BBVA.