Para crear un estado de opinión basado en falsedades es mucho más eficaz ocultar información y usar medias verdades que tratar de imponer abiertamente manifiestas mentiras. Para ilustrar esta idea en lo referente al clima, ruego al sufrido lector que, antes de proseguir la lectura de este artículo, se provea de papel y lápiz y responda por escrito, para que después no haya dudas, a las siguientes preguntas:
1-¿Cuál es en su opinión el gas responsable de la mayor parte del efecto invernadero en la atmósfera terrestre?
2-Mientras la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera aumente, la temperatura aumentará también. ¿Verdadero o falso?
3-Las emisiones humanas de gases de efecto invernadero son la principal causa de calentamiento atmosférico porque constituyen la mayor parte de las emisiones totales de esos gases.
4-¿Son todos los gases de efecto invernadero emitidos por la humanidad contaminantes atmosféricos, algo que sería deseable eliminar?
Bien, pues me temo que si el sufrido lector de estas líneas ha formado su opinión respecto al llamado “cambio climático” a través de los medios de comunicación (por cierto, abrumadoramente subvencionados por el poder político), se sorprenderá al saber que:
1-El gas responsable de al menos el setenta por ciento del efecto invernadero en la atmósfera es el vapor de agua. El CO2 es responsable de como mucho el veinte por ciento. El resto lo ocasionan el gas metano y otros de menor importancia.
Es decir, el CO2 es responsable de una parte menor del calentamiento atmosférico. El efecto invernadero produce en total treinta grados centígrados de calentamiento, y es preciso señalar que, de no existir el efecto invernadero, la temperatura media del planeta sería de quince grados centígrados bajo cero, en lugar de los quince grados centígrados sobre cero actuales.
2-Falso. La dependencia del aumento de la temperatura atmosférica con el incremento de la concentración de gases de efecto invernadero no es lineal, sino logarítmica. Eso quiere decir que, por cada nueva gigatonelada de CO2 que se acumule en la atmósfera, el efecto de calentamiento será menor que el de la anterior. Es decir, que si la enésima gigatonelada de CO2 que se acumula en la atmósfera supone un incremento de X grados centígrados, los efectos de la siguiente gigatonelada que se acumule serán menores de X grados. Dicho de otro modo: a partir de cierta concentración de gases de invernadero en la atmósfera, sus efectos de calentamiento serán prácticamente nulos. Lo que hacen los gases de efecto invernadero es absorber la radiación solar que refleja la superficie terrestre antes de que escape al espacio, y calentar el aire con esa energía. Por tanto, a partir de una cierta concentración de gases de efecto invernadero, la práctica totalidad de la radiación reflejada ya se transforma en calor, y cualquier posterior aumento de la concentración de gases de efecto invernadero carecerá de efectos térmicos significativos. Actualmente, aunque el asunto es motivo de controversia, según el Sistema de Detección de Radiación de las Fuerzas Armadas Estadounidenses (MODTRAN), ya estamos en la zona de saturación de efecto invernadero. El lector puede comprobarlo y ver una gráfica detallada en holoceneclimate.com. Es decir, que cualquier aumento futuro de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera solo produciría efectos térmicos irrelevantes.
El funcionamiento del efecto invernadero no es nada nuevo, fue estudiado por el premio nobel de química sueco Svante Arrhenius a principios del siglo XX.
3-Actualmente, las emisiones humanas de gases de efecto invernadero son con toda seguridad inferiores al diez por ciento del total que se emite a la atmósfera. Todas las células vivas, tanto animales como vegetales, emiten CO2 a través de la respiración celular. La descomposición de materia orgánica, tanto animal como vegetal, emite CO2 y metano. La actividad volcánica emite CO2 y otros gases en cantidades masivas de forma imprevisible.
Tan solo los nemátodos, gusanillos submicroscópicos que viven en los suelos, cuya población total se calcula que es del orden de trillones, emiten el equivalente a un quince por ciento de las emisiones humanas.
4-El CO2 no es un contaminante en absoluto, es el alimento de los vegetales, que lo usan para sintetizar materia orgánica por medio de la fotosíntesis. Es un componente básico de la atmósfera sin el cual la vida sobre la tierra no existiría. Por debajo de una concentración de 140 partes por millón de CO2, la vida vegetal desaparecería y, en consecuencia, también la animal. Actualmente, la concentración de CO2 en la atmósfera es de 428 partes por millón, y ha sido muy superior en el pasado lejano sin que la vida desapareciera. Hace unos cuatrocientos cincuenta millones de años, pese a que la concentración de CO2 era de 4.400 partes por millón, lo que se produjo no fue un calentamiento, sino una glaciación.
Si, como es probable, el lector ignoraba algunos de estos extremos, que son básicos para determinar la credibilidad del supuesto calentamiento catastrófico de la atmósfera, debería preguntarse cómo es eso posible. Día sí y día también los medios de comunicación subvencionados nos bombardean con llamamientos a la alarma por un cataclismo climático inminente debido a las emisiones humanas de CO2, pero nos ocultan cuidadosamente estos datos básicos. ¿Acaso los medios de comunicación pretenden ocultar cualquier dato que pueda poner en duda lo inminente del apocalipsis que anuncian? ¿Acaso hay intereses económicos y políticos inconfesables detrás de la histeria climática? ¿Acaso el lobby de las renovables está detrás de esas aterradoras profecías?
Como ya el encarecimiento del recibo de la luz y la amenaza de apagones han empezado a poner de manifiesto, dejar bruscamente de quemar combustibles fósiles para producir la energía mediante turbinas eólicas y placas solares no solo tiene unos costes astronómicos, sino que es inviable. Para los países ricos occidentales, suprimir o rebajar sustancialmente el uso de combustibles para sustituirlos por renovables supondrá una disminución de su competitividad y un claro empobrecimiento de la población. Un empobrecimiento que para las clases más desfavorecidas tendrá consecuencias dramáticas. Para los países pobres supone sencillamente renunciar al desarrollo.
En cuanto a los intereses políticos, solo un ánimo totalitario puede estar detrás de unas medidas basadas en amenazas tan exageradas como escasamente justificadas. Solo un ánimo totalitario puede desear mantener aterrada a la población para empobrecerla.