Los autónomos, a pesar de su conocida resistencia a la enfermedad común, corren el mismo riesgo que el resto de la población de sufrir el contagio por coronavirus. En esos casos, deberán asumir las obligaciones de cuarentena y baja laboral como el resto de la población, pero las consecuencias para su economía serán sustancialmente peores que para el resto de los trabajadores o empresarios.
En especial, los autónomos que tienen establecimientos abiertos al público con personal contratado, durante su baja, no sólo perderán las ventas y los rendimientos económicos, también deberán seguir soportando el mantenimiento de los gastos estructurales, ya que de lo contrario se podría poner en peligro la continuidad de su negocio.
UPTA ha realizado cálculos, sobre un comercio medio en el que el titular tenga un trabajador a su cargo y sufra un mes de inactividad. En este supuesto, la reducción media de las ventas estaría en el 8 por ciento, aproximadamente, pero en lo que se refiere a sus rendimientos netos anuales, esta cantidad podría incrementarse hasta un 25 por ciento, al tener que asumir gastos imprescindibles para mantener el negocio en funcionamiento. Además, hay que añadir las dificultades financieras y de liquidez que el problema puede acarrear y la pérdida de oportunidades comerciales de futuro.
Un comercio medio con unas ventas brutas anuales de 120.000 euros perdería 12.000 euros de ingresos totales. Teniendo en cuenta que los gastos mensuales correspondientes a los costes efectivos de la actividad se elevan a 7.200 euros, y suponiendo éstos el 60 por ciento de gastos sobre facturación, las pérdidas generadas en la renta neta al año podrían llegar a 12.000 euros.
Estos datos justificarían, según UPTA, su propuesta dirigida al Gobierno para que se tomen las medidas económicas necesarias para contener las consecuencias financieras y sociales que la actual crisis sanitaria está produciendo sobre el débil colectivo de autónomos y microempresas.