Los fariseos de siempre se han rajado las vestiduras esta pasada semana por la llegada a España del Rey Emérito Juan Carlos I. Por supuesto, que estos hipócritas no dicen nada de que es un español libre que puede regresar a su país cuando le dé la gana y que no tiene ningún asunto pendiente con la Justicia. Por si fuera poco, el Emérito ha sido recibido con numerosas muestras de cariño del pueblo, lo que ya es demasiado para la nada santa Inquisición de quienes anatematizan sin rigor probatorio alguno las conductas de los demás y ocultan sus propias miserias. En el caso del ministro Garzón, se trata de otra cosa, el insulto y hasta el achaque de un delito -porque le ha llamado “delincuente acreditado” y “ladrón”- él, que pertenece a una organización de fundamentos totalitarios, el PCE, con numerosas víctimas a sus espaldas en sus recién cumplidos cien años de historia, por no hablar del comunismo en el mundo, con más de cien millones de muertos. Hay que tener cara. Bueno, y el Gobierno le recuerda al Emérito que aún debe dar explicaciones por su conducta, ¿qué explicaciones?, ¿en qué artículo de qué código se recoge que el Emérito deba dar explicaciones y a quién? El Gobierno en pleno debería pedir cita urgente en el psicólogo.