La Unión de Consumidores de Málaga advierte de la ausencia de control sanitario de los productos sustraídos, aunque descartan riesgos de intoxicación.
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El número de robos en el campo ha descendido un 21,25 por ciento en España durante el primer trimestre de 2015, o por lo menos este es el porcentaje de denuncias que se han dejado de percibir. Así, con 4.908 sustracciones conocidas frente a las 6.232 del año anterior, el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, halagó el pasado mes de abril en rueda de prensa la labor de los equipos ROCA de la Guardia Civil, una unidad especializada de este cuerpo de seguridad que, según Martínez, contribuyó eficazmente al descenso de las sustracciones. Y es que tras varios años consecutivos en los que el número de delitos no ha dejado de crecer, el Plan contra el Robo en Instalaciones Agrícolas y Ganaderas ha conseguido desde su puesta en marcha en abril de 2011 aumentar el número de detenidos e imputados por este tipo de infracciones hasta el punto de que robar en el campo “ya no salga gratis”.
¿Pero de verdad se encuentran bien protegidas las explotaciones agrícolas?
Desde el Ministerio de Interior ya se ha elaborado un análisis de los resultados del Plan contra el Robo en Instalaciones Agrícolas y Ganaderas en el que apuntan que la vulnerabilidad de este tipo de espacios se debe a factores como la gran extensión de la demarcación a cubrir; la dispersión de las instalaciones, normalmente despobladas; la ausencia de medidas de seguridad, y la ausencia de testigos. Asimismo, señalan que aunque el valor de lo sustraído sea menor, no son iguales de leves las consecuencias que se derivan de estos hurtos.
Por otro lado, según el análisis de la Guardia Civil, el modus operandi de los delincuentes consiste en procedimientos de vigilancia y elección del objetivo para, posteriormente, llevar a cabo el delito y darse a la fuga en algún medio de transporte provisto para tal fin. Finalmente, se dedican a vender el material robado en mercadillos o puntos de venta ilegales.
Como principales medidas de actuación planteadas en un principio, se quieren detectar vehículos sospechosos e indicios de que los accesos a las instalaciones agrícolas y ganaderas hayan sido forzados. Por otro lado, se incrementan los controles en carreteras y nudos de comunicación y se ponen en marcha dispositivos específicos sobre establecimientos de compra-venta de material agrícola usado. Asimismo, llevan a cabo mapas de cultivos con información sobre periodos de maduración y las fechas de recogida para intensificar la vigilancia de cada zona en los momentos críticos. La mayor cantidad de robos ocurre en verano.
De la seguridad de estas explotaciones se encargan los ROCA (Equipos de lucha contra el Robo en el Campo), que entraron en funcionamiento en septiembre de 2013 con la finalidad de evitar los robos en las áreas de cultivo o ganado y vigilar permanentemente las zonas más afectadas por esta práctica delictiva.
Así, los Equipos Roca proporcionan una cobertura integral al agricultor y al ganadero que va desde contactos iniciales, pasando por intercambio de información y acciones formativas de seguridad, hasta la investigación e identificación de los delincuentes.
Por su parte, para detectar con mayor facilidad a las “cacos” (nombre que reciben coloquialmente los saqueadores en el campo), las patrullas de policía suelen ser destinadas en parejas que rara vez cambian, tal que puedan identificar rápidamente a aquellos individuos de conducta sospechosa.
En cualquier caso, tanto la Policía Local de Vélez-Málaga, como ASAJA Málaga, comentan que es primordial que los agricultores denuncien sus robos, por pequeños que sean, para ser reflejados en las estadísticas del plan de trabajo del Ministerio de Interior.
Según informa Asaja en un balance agrario de 2014, los robos disminuyeron gracias a la colaboración del equipo ROCA, y la producción del campo malagueño creció un 10% con respecto al año anterior, con una facturación de 683,34 millones de euros.
Los agricultores de Málaga refuerzan las labores de vigilancia de las autoridades
El presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), Baldomero Bellido, asevera que los robos “suponen una gran pérdida para los agricultores” no solo en cuanto a sus cosechas, sino que también afectan a infraestructuras necesarias como pueden ser las instalaciones eléctricas, poniendo en riesgo cifras económicas aún mayores de las que implica el propio expolio de los cultivos.
Así, desde ASAJA se agradece que también sea la policía local la que se vea implicada en este asunto destinando por parejas a miembros del Cuerpo para vigilar diariamente los accesos de las explotaciones agrarias. A este respecto, Bellido afirma que la colaboración existente es estrecha “tanto en información con la Policía Nacional y Guardia Civil, como con los agricultores”, algo totalmente imprescindible para poder poner fin a este tipo de hurtos.
Sin embargo, las medidas puestas en marcha por las autoridades no son suficientes, por lo que de acuerdo a la organización es necesario elaborar calendarios de la recolección de las cosechas para coordinar la vigilancia en el campo, del mismo modo que se está optando por la vigilancia privada, como contratación de guardas de campo o cámaras de vigilancia.
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Productos más codiciados
Entre los productos más codiciados señalados por los ladrones se encuentran los cítricos o productos subtropicales, en el sur, debido a su gran valor en el mercado y a que no necesitan ninguna transformación para su consumo; y las aceitunas en el norte, por la gran facilidad que tienen para venderlas.
En este sentido, ASAJA Málaga pide a los consumidores que no compren verdura a los ladrones en los puestos de venta ambulante en los mercados o rastrillos, unos puestos que a su vez son fácilmente reconocibles por la situación en la que en muchas ocasiones se encuentran la fruta y las verduras: “En el caso de la alcachofa, por ejemplo, los ladrones con las prisas suelen degollarla, sin dejar apenas palo”.
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La postura de los consumidores
La Unión de Consumidores de Málaga (UCE) manifiesta que el principal problema de los alimentos robados en los mercadillos es la ausencia de control sanitario por parte de estos productos. Al desconocerse su procedencia, también se obvia todo lo relacionado con la forma de plantación, riego y fumigación. Asimismo, estos productos robados carecen del etiquetado obligado por ley, vital para conocer todo lo relativo al producto.
Por su parte, exponen que no creen que haya un riesgo real de intoxicación de los consumidores por estos productos robados, pues son sustraídos de plantaciones, granjas o empresas que suelen cumplir con la ley y que tratan los productos como es debido. Sin embargo, entran en juego otros factores sin control que podrían influir en la calidad del producto, como el transporte, la falta de refrigeración o el incumplimiento de las condiciones óptimas para la conservación del producto.
No obstante, desde la Unión de Consumidores exponen que los consumidores no ignoran la procedencia de los alimentos robados que compran, pero los prefieren por ser más económicos en mercadillos o puestos de carretera: “Muchos de ellos son conscientes de que comprando esos alimentos corren riesgos obvios, pero aun así optan por ello por salirles más económicos”, señala Marián Pino, responsable de prensa de la Unión de Consumidores de Málaga.
Asimismo, desde la UCE se afirma que los consumidores deben ser conscientes de que, además de comprar alimentos que no han pasado ningún control obligatorio, éstos han sido sustraídos, con el consiguiente perjuicio para sus productores. Manifiesta que tanto los robos, como la necesidad del consumidor de decantarse por precios más económicos, aumentaron con la llegada de la crisis.
Por ello, ante cualquier problema o reclamación por una posible intoxicación o mal estado de un producto robado, el consumidor que ha comprado estos alimentos se estará negando los derechos como usuario a sí mismo.