La crisis con Argelia y la retirada del embajador del país magrebí de la capital española se produce en plena revisión prevista de precios en el contrato de Argelia con España para el suministro de gas en el período 2022-2024, es decir, en el peor momento. De hecho, las conversaciones entre Naturgy y Sonatrach, la empresa estatal argelina, encaran desde ahora relaciones especialmente difíciles.
Algunos analistas saben que Sonatrach ya ha emitido señales de que quiere revisar los precios al alza por la evolución del mercado internacional y si ahora le sumamos el acercamiento español a Marruecos, enfrentado desde siempre a Argelia, pues los posibles acuerdos se complican. Y es que Sonatrach es una empresa estatal que recibe instrucciones políticas del régimen. Otra cosa es lo que se diga aquí, por ejemplo, el ministro de Exteriores, Albares, que insiste en que Argelia es “un proveedor fiable”, ¿qué iba a decir el hombre?
Lo que está en juego es el precio y la seguridad del suministro, porque vender… Argelia tiene que vender si quiere ingresar, y no sería nada nuevo que haya una “casual” avería en el gasoducto que encarezca los precios, todo es posible porque hablamos no solo de negocios sino de geopolítica. No hay que olvidar tampoco que el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, cerró el pasado noviembre el principal gasoducto con España, el Magreb-Europa, que atraviesa Marruecos. Y España depende del gas argelino en un 40 por ciento del consumo, así que… y encima España quiere, o quería, ser plataforma exportadora a Rusia dada su potencia regasificadora.
En resumen, Argelia sabe que es más necesaria que nunca para la UE tras la invasión rusa de Ucrania pero, cuidado, España no es la única puerta de acceso europea, Italia está ahí. El gasoducto Transmed tiene el triple de capacidad que el Medgaz, que es el único que mantiene abierto con España. Sonatrach y la italiana ENI han informado hace solo unos días que han descubierto juntos unas reservas de petróleo y gas equivalentes a 140 millones de barriles, ¿dónde?, al sur de Argelia. Ahí está la declaración del entonces presidente italiano, Sergio Mattarella, que declaró que “la solución en el Sáhara debe tener en cuenta los derechos del pueblo saharui”. Igualito que España, vamos.